Nada arrebataría más entusiasmo popular que ver en la cárcel, y humillados por supuesto, a quienes en realidad han expoliado y defraudado al país. No es cosa del actual régimen sino de mucho de los anteriores y de todos colores, que prometen siempre acabar con la impunidad, aunque, por lo visto anteriormente, suele terminarse en frustrantes conclusiones en las que, incluso detenidos, no hay verdadero castigo a los responsables. Subiría muchos puntos (electorales) al actual gobierno lo que en apariencia se ve como un enjuiciamiento de los más altos funcionarios que practicaron saqueo desmedido al erario, pudiera terminar en verdaderos actos contundentes de justicia. Pero para ello todavía falta mucho por suceder. Hasta ahora es difícil entender las un tanto contradictorias acciones de la Fiscalía de la República que, en aras del “colaboracionismo”, se concedan privilegios inexplicables a un indiciado como Emilio Lozoya, a cambio de una información difícil de validar, procesar y, sobre todo, comprobar. Tan es así que las “pruebas” ofrecidas se están dando en el campo de testigos a modo, documentos aún desconocidos y hasta un “video” que ya fue trivializado hasta por el presidente López Obrador al decir que le gustaría verlo como si fuera “pago por evento”. El propio mandatario ha afirmado muchas veces no ser perseguidor de sus antecesores inmediatos, Peña y Calderón, pero en realidad de seguro no hay nada que le gustaría y que serviría más a sus fines que verdaderamente fuera factible llevarlos al banquillo y hasta al paredón. Sin embargo, esto no se ve tan sencillo. Los expresidentes también acudirían a declarar “su verdad” y de menos obtendrían un foro en el que quizá podrían poner en aprietos a sus acusadores y lograr un espacio público que no han tenido. A fin de cuentas, la lucha de fondo, como todos sabemos, no es tanto jurídica sino netamente política.
La situación, pues, entraña condiciones no tan claras y objetivas. Es difícil pensar que se busca justicia cuando Rosario Robles (aún se presume inocente), cumpla un año tras las rejas por delitos que difícilmente terminarán por llegar a sentencia condenatoria alguna, mientras que un ladrón confeso de muchos cientos de millones de pesos contemple “su” juicio tal vez tomando un whiskey en su ignota mansión. Lo cierto es que tampoco puede negarse que estos hechos podrían llegar a ser históricos, si es que la Fiscalía “autónoma” de Gertz Manero tiene mucho más en su alforja para obtener algún resultado palpable, más allá que los simples deseos y evidentes instrucciones presidenciales. De otra manera, aunque se gane tiempo y varios meses, las cosas se irán aclarando y ese pueblo sabio que brincaría de gusto si se cocinan reales peces gordos en la freidora, quedaría terriblemente desencantado si todo terminara, otra vez, en un fiasco…. es decir, en puro circo.
En Jalisco también se han prometido muchas cosas en torno a “hacer justicia”, a “poner en la cárcel” a los saqueadores, etcétera. Lo malo es que a la fecha no hay evidencias de que esto suceda, como no pasó con los acusados de traficar con insumos médicos en el sexenio pasado ni los desvíos inexplicados por funcionarios. Pero aquí hay que entender que tampoco nuestra Fiscalía (¿de veras también autónoma?), parece estar funcionando. Entre la salida de Macedonio y la llegada de su relevo Ricardo Sanchez Beruben, aún no se ven las cosas en su debido acomodo. Y nada pasó en la Fiscalía misma, como falta por ver si, en otro orden, va en serio eso de mejorar la impartición de justicia con la rotación de jueces. La pandemia nos ha hecho olvidarnos de cuestiones cruciales, como la persistente impunidad que sigue prevaleciendo en todos sentidos. Pero más pronto que tarde sabremos si la justicia será promesa cumplida o, simplemente, el circo que ya hemos visto en cada sexenio.
Twitter: @MiguelZarateH
