Política

Futuro consolidado para la UdeG

Acostumbrados un tanto a las malas noticias, a los “normalizados” hechos de sangre y a las actitudes perniciosas de no pocos políticos ambiciosos, mueve a profunda satisfacción la iniciativa del gobierno de Enrique Alfaro, con el manifiesto respaldo del rector de nuestra máxima casa de estudios jalisciense, Ricardo Villanueva, de ofrecer la garantía de un futuro asegurado y sin angustias financieras a la Universidad de Guadalajara. El presupuesto constitucional no pudo haber caído mejor en los círculos tanto gubernamentales como universitarios. Esto, naturalmente, más que un “arreglo” intencional tiene todo el perfil de un “acuerdo”, mismo que sacude conciencias y confirma que, más allá de los diferendos, las administraciones de Alfaro y de Villanueva en sus respectivas instituciones, culminarán dando muestras de madurez con un logro que, sin negar efectos, resultaría pobre calificar de una componenda política. Queda claro que para Alfaro se trata de dejar un legado a la universidad con el que habrá mayores elementos para solicitar y en su caso reclamar el gasto federal comprometido, para que sea congruente al pacto de otorgamiento de recursos entre las dos instancias de gobierno.

Y vaya que Enrique Alfaro vivió desde su edad temprana las angustias de su padre, el gran rector Enrique Javier Alfaro Anguiano, para obtener fondos, a veces hasta emergentes, para sufragar cuestiones tan básicas como la nómina de maestros y personal operativo. Alfaro Anguiano no pocas veces tuvo que recurrir al apoyo del gobernador de ese tiempo, Enrique Alvarez del Castillo, para que a través de él y por su estrecha relación con el presidente Miguel de la Madrid, no se diera el caso de una insolvencia que hubiera quizá parado o afectado de fondo la actividad universitaria. Hoy, el gobernador Alfaro Ramírez, de golpe deja atrás muchas de las diferencias con la comunidad universitaria. Está claro que el entendimiento tendrá consecuencias, posiblemente incluso de orden político, pero ya no será igual. La iniciativa habrá de ser procesada y aplicada, si bien no hay duda de que será aprobada por todas las fracciones (¿o Morena podría estar en contra?), llevar a cabo la instrumentación correspondiente, los ajustes en el gasto universitario que, de esta manera, contará con algo fundamental ya sin presiones: su auténtica autonomía.

A la luz de los hechos, un acto de esta naturaleza hace ver irrelevantes cuestiones ideológicas o de partidismos. Para el rector Villanueva, la decisión personal de participar o no en la contienda próxima como prospecto a la alcaldía de Guadalajara, queda un tanto al buen juicio de quienes componen el llamado “grupo UdG”, según dijo él mismo ya que se tomará aún tal vez unas semanas para emitir su determinación. Sin embargo, y esto es una apreciación de mi parte, se ve complicado que, en el 2024, crucial para el país y para el estado, Villanueva distraiga su atención del desempeño de su actual liderazgo. Hay otros universitarios que, por supuesto ocuparían su lugar, aunque, visto objetivamente, el año que termina fue especialmente impactante para mantener la unidad y proseguir tareas, precisamente por el fallecimiento del líder moral universitario, Raúl Padilla López. Para Raúl, quien de hecho siempre defendió a la institución y sus causas, la iniciativa hubiera significado un triunfo insospechado. Empero, las inquietudes heredadas, hoy en manos de sus más allegados, seguramente tienen la oportunidad de haber alcanzado un éxito rotundo en sus luchas de décadas.

A Enrique Alfaro no hay que negarle el mérito de ser factor determinante para, en su momento, asegurar un porvenir con garantías económicas a la Universidad de Jalisco. De ahí que los propios universitarios emitan su opinión unánime al considerar que se trata de un hecho histórico. La presencia de universitarios en los partidos no es cosa nueva y quizá ni inquiete una cuestión a tal punto trascendente. No hay que perder de vista que la universidad de suyo lleva en sí el concepto de la pluralidad y de la universalidad de criterios. No será esto un obstáculo sino el hecho simple de hacer presencia en el ámbito político, en el Congreso o los municipios. Es de esperar, claro, que desaparezcan las actitudes rijosas de los años recientes ya que, en el discurso político, el tema de la Universidad registró ya un cambio radical que a todos conviene.

Villanueva está en su derecho a decidir su futuro político y en el caso del gobernador Alfaro, su determinación de marginarse de esta actividad al término de su mandato, también es merecedora de todo respeto. Ambos dieron una prueba fehaciente de que los jaliscienses hemos aprendido a resolver nuestros problemas por nosotros mismos, sin los avatares ni intereses externos. Y aquí, se ha dado una muestra de decisión propia, que consolida el futuro de nuestra Universidad y, con ello, la formación de las nuevas generaciones.


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Miguel Zárate Hernández
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