Parecido a la vista del presidente Andrés Manuel a su homólogo estadounidense Donald Trump, todo sucedió bien. Los mandatarios de México y Jalisco consiguieron al menos dar la impresión de que se “limaban asperezas”, promesas de mayor cooperación mutua, énfasis en la atención al problema de seguridad y un anuncio más de la puesta en operación de la línea tres del tren. Y, en apariencia, todos contentos. Si embargo, al menos en la visita a Zapopan, López Obrador traía temas que le interesaban más. Uno de ellos la carta abierta de un grupo de intelectuales que se han convertido en todo un lastre para su imagen y a los que concedió una importancia singular al darles respuesta escrita y directa. A fin de cuentas, los aborrecidos del presidente se salieron con la suya y llamaron la atención al grado de sacar de sus casillas al gobernante supremo quien no tardó en aflorar algo que ya semeja preocupación: perder en el 2021 la mayoría legislativa. Lo demás, como gubernaturas incluso, importa, pero no tanto como lo es seguir manipulando a su antojo el Congreso y asegurarse de un camino bonancible el resto de su sexenio. ¿Qué tiene de particular que un grupo, varios grupos o muchos más que vengan luego se opongan a ello? ¿a quién sorprende que se pretenda evitar la capacidad plenipotenciaria del presidente? ¿es malo que se exponga públicamente el rechazo a que siga quebrando aún más el equilibrio de los poderes? Empero, la descalificación no se hizo esperar y les dijo de todo el mandatario, secundado por su partido, su coordinador senatorial y tantos que, con razón o sin ella, sienten ya algunos pasitos en la azotea.
Con todo y que el esperado encuentro entre Alfaro y López Obrador superó algunas expectativas, el equipo presidencial se preparó para cualquier cosa y traía bajo la manga, como sucede a diario, el manipuleo de las “mañaneras” y no faltó la inclusión de una “youtuber” disfrazada de periodista que se lanzó a fondo contra el Gobernador y, dicen, lo hizo, más que el calor y el sobrepeso, incluso “sudar”. La verdad es que es un tema que inquieta a los jaliscienses, particularmente en lo que toca al endeudamiento a futuro que desde tiempos electorales el hoy Gobernador tanto negó llegaría a echar mano. Denunciarlo ante el presidente era de otra intención. Y Jesús Ramírez, el armador de las conferencias de prensa a modo, empleó los recursos y artillería que tenía a la mano, por si las cosas se fueran más allá. A pesar del brinco, la ruta siguió despejada, Alfaro ofreció una discreta disculpa “por si fallé” y el presidente simplemente tendió una mano no el colmo de lo amistosa pero sí con afán de pulir las cosas y poner punto final a recientes desavenencias.
La “operación cicatriz” hasta ahí funcionó, pero quedan muchas dudas y las diferencias entre los niveles de gobierno se seguirán dando, ni duda cabe. En torno al tema crucial, la seguridad, los compromisos de coordinación y la respuesta a las amenazas del crimen organizado efectivamente se dieron, pero poco demoraron los delincuentes del cártel que usa el nombre de nuestro estado, para lanzar nuevos desafíos como el “desfile militar” que organizaron sus huestes y que, además, hasta publicaron. De ese tamaño. Y en la reunión nada se habló de otras cuestiones que Jalisco padece, como el de las desapariciones, las fosas clandestinas y tantos más. Para el tema de la pandemia tampoco hubo mayor espacio y hoy mismo empiezan otras diferencias como la desaprobación que hace Alfaro al nuevo “semáforo rojo” que lanzó para Jalisco el subsecretario Gatell, aunque ya la UdeG emitió una seria y admonitoria opinión de los posibles muertos en julio y agosto.
Habrá que ver lo que venga en el futuro, particularmente cuando empiece a calentar el periodo preelectoral. Por ahora pensemos que se dio una muestra de buena voluntad y que esto da un respiro y un poco de confianza en que habrá diálogo entre gobiernos. Un paso trascendente ya que no esperamos amor, pero sí paz por el bien de Jalisco.
Miguel Zárate Hernández
Twitter: @MiguelZarateH