Desde tiempos antiguos los habitantes de los países republicanos, no los monárquicos, se preocupaban por la “salud” de la república. Uno de los indicadores de esa salud es la situación de la economía, pues ésta afecta a todos por igual, de diferente manera es cierto, y requiere de medidas cuya puesta en práctica implica a todos los países. Todos han de contribuir a resolver la situación.
En estos días de globalización, la economía particular de una república depende sobre todo de la situación global, pues actividades importantes para generar riqueza dependen de la situación que guardan los intercambios internacionales. Turismo, industria, comercio, innovación, materias primas, salud, seguridad; los efectos del clima, del cuidado del agua, de la contaminación atmosférica, y desde luego de la inversión, las tasas de retorno y los impuestos. Esto es, una red de relaciones en la cual, el más ligero cambio en alguno de los nodos de esa red afecta a todos los nodos de esta, a veces “sin tener vela en el entierro” en la causa inmediata, tal como sucedió con la pandemia del Covid, recién declarada en recesión.
En nuestro mexicano país, nuestra república es sensible a las disputas ideológicas, más allá de su impacto en el “todo” del día a día republicano. Es el caso en curso de la disputa por el contenido de los libros de texto gratuito elaborados por la Secretaría de Educación Pública según el mandato constitucional. Numerosas familias sostienen que ciertos temas educativos están reservados a las familias, pues afectan la sensibilidad de los educandos y por eso se deben educar en un ámbito reservado a fin de lograr una comprensión justificada y fundamentada. Si esos temas los toma la escuela se corre el peligro de educar “mal” a los hijos e hijas.
Lo notable del diferendo no es tanto el contenido denunciado y la disputa por quién debe enseñarlo, sino la imposibilidad manifiesta de un diálogo formal en el cual se escuchen y sopesen todos las ideas, conceptos y realidades para elaborar y disponer de un consenso. Se acude al periódico, al pulpito, a la declaración presidencial y a la descalificación del adversario. Signos de un país autoritario e impositivo. Se cancela el espíritu republicano y se instaura: “Así es, por que lo digo yo”. La república reclama escuchar, discutir, dialogar y acordar. Hoy la república está en recesión.