Es más de lo mismo. No hay novedades. El gobierno actual sufre y goza de lo mismo gozado por todos los anteriores. Y tiene las mismas reacciones a las situaciones con las cuales quedan en evidencia. ¿No nos morimos de aburrimiento con ver o escuchar unos minutos el desarrollo de la mañanera? ¿No era el mismo sufrimiento con otros gobiernos cuando los presidentes anteriores debían hacer un discurso por la razón que fuese?
Felizmente para todos, un país o un territorio no se gobiernan con discurso o conferencias de prensa colectiva. Eso sí. Se hace el teatro necesario para mantener a raya a opositores, críticos y malquerientes; y poner contentos a los fieles y a buena parte de la población, por lo general interesada en mantener el “modus vivendi” que le favorezca, antes de decidir trabajar y luchar por conseguir sus deseos por otros modos, menos crueles.
Así, el construir un país con capacidades de convivir con otros países, sin pleitos y con colaboración interesante de la población organizada, y con saber para aplicarlo ante muchas de las dificultades y obstáculos. No es fácil desde luego pues el mundo se mueve y cuesta echarlo a andar. Se trata de construir redes, no asociaciones civiles, no fundaciones, no asambleas, sino redes, es decir personas o instituciones quienes se ayudan a realizar lo que saben realizar y que aplicado a la vida real promete ser una mejora en el campo de conocimiento de quienes configuran esa red. Así se han construido las opciones de mejora ahora conocidos y comunes y antes apenas una mención en las novelas de ciencia ficción.
¿Cómo se pasó del caballo, la mula y el burrito al automóvil? Mediante el largo proceso de muchas personas quienes pensaron en la posibilidad de conseguir un movimiento mediante un aparato. La rueda, invento tan vetusto que su nacimiento se pierde en la noche de los tiempos pasados. Alguien puso dos ruedas en un eje y puso el eje por debajo de una caja a la cual le puso un madero al frente para levantarla. Y oh, milagro la caja rodó. Y si no se controlaba la caja caminaba sola hasta “chocar” con un obstáculo.
No fue una persona, fue una red de personas quienes se fijaban en un aspecto lo intentaban, lo compartían, lo pensaban y muchos intentos después la caja se conectó con un caballo, el caballo caminó y la arrastró y la humanidad ya no dependió del hombre fuerte que jalaba la caja. Así redes mediante sustituimos a los caballos de las diligencia y carrozas, por un motor, artefacto nacido al pie del “descubrimiento de la electricidad y el magnetismo”, el cual comenzó con observar un relámpago, fenómeno prehistórico, visible por su luz, luz producto de aprovechar los átomos de los gases que habitan en el aire, para traspasarlos y brillar – tronar.
Muchas personas y redes de personas quienes tejieron una red de relaciones para estudiar, descubrir, crear, inventar y producir aparatos automotores, los cuáles hoy mueven a todos para todos lados, en todos los caminos, incluso en el aire y más allá en el espacio sideral. Por eso cuando el poder cree controlar todo basta un toque de exceso de confianza para encontrarse con pared.
Hoy la del mundo es tal que es imposible siquiera darse cuenta de las redes que configuran esa complejidad. Se tiene que aceptar la contribución de su saber para obtener el producto que cada red, y sólo esa red, puede ofrecer sin dificultades prácticas. No hay poder que pueda todo, ni siquiera en un solo aspecto. Es necesario tejer con las redes desde las redes propias para comprender lo hasta hoy comprendido de la naturaleza y de la cultura en todas sus facetas para conseguir algún fin relacionado un aspecto de la vida comunitaria nacional, lugareña o familiar.
De ahí que gobernar hoy, así sea una familia de dos personas, requiere actuar en red. Detectar las redes capaces de ayudar, definir el aporte que “mi” red puede hacer y enfrentarse a las demandas de la cultura y los caprichos de la naturaleza, para tejer sociedad, construir vínculos y lograr acuerdos a fin de conseguir un ecosistema capaz de enfrentar dificultades y hacer proyectos para resolverlo, no sólo de momento, sino con visos a que no vuelva a pasar.
No es el hoy la dificultad, es el mañana. Mañana que exige ser descubierto desde hoy para orientar las acciones ahora posibles para hacer posibles las del mañana, que hoy consideramos imposibles. Tejer vínculos, acordar retos, actuar articuladamente y valorar lo conseguido para volver a intentarlo. ¡Ah! Educarnos es la clave.