Primeros días del año y de pronto parece año viejo, pues los sucesos en los cuales reparan medios de comunicación y los diferentes grupos interesados en la vida pública son parecidos a los meses anteriores. La ilusión de un nuevo inicio de las situaciones preocupantes vividas en el 2022 ya desapareció. De alguna manera es valioso pues nos damos cuenta de que el calendario tiene poco que ver en la modificación de las situaciones indeseables.
En medio de esa continuidad es alentador la noticia de una enorme inversión en la infraestructura de los planteles escolares y educativos. Durante la pandemia y el cierre de las escuelas se dieron ataques a la infraestructura de varios cientos de planteles, algunos de manera grave, al grado de quedar inhábiles para cualquier clase de actividad educativa. La unión de la iniciativa privada y del gobierno estatal ha fructificado en la creación de un fideicomiso para manejar un presupuesto cercano a los cinco mil millones de pesos en este y los próximos años.
Ciertamente el edificio no produce la educación en sí. Es un espacio para hacerla en las mejores condiciones para suscitar la dedicación plena de educandos y docentes a los procesos de aprendizaje necesarios para dominar conocimientos, habilidades y actitudes propias de la vida relacional de los humanos pobladores de esta tierra.
Renovar o restaurar la infraestructura no propicia mejor educación. Sin embargo, hoy es ocasión de repensar las acciones educativas para reconocer fallos y aciertos, proponer nuevas prácticas – por ejemplo, los proyectos integradores – propuestos por la SEJ para proponer y realizar actividades participativas de los estudiantes, ampliar la vinculación con la comunidad y aprovechar los aportes de diferentes instancias vinculadas a la cultura para enriquecer el proceso de aprendizaje.
Se dejan las actividades segmentadas por materias y se avanza a una actividad integradora de esas mismas materias en un todo articulado, de modo que además de aprender conceptos, ideas y métodos, se aprende cómo se vinculan entre sí los diferentes contenidos si se observa cómo se viven y trabajan en las comunidades existentes en medio de las cuales vivimos y trabajamos
Esperemos una renovación de la infraestructura muy bien integrada con los procesos de aprendizaje y docencia. Esa integración es un buen augurio de mejora educativa.
Miguel Bazdresch Parada