Política

El servicio público y la emoción

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En estos tiempos caracterizados por el internet y la tecnología, donde las personas reciben miles de datos diariamente y donde las noticias se difunden en tiempo real, gobernar es comunicar. Me atrevería a afirmar que la acción gubernamental debe emocionar. ¿A qué me refiero? Me explico. Obviamente se trata de establecer un auténtico diálogo con la sociedad y atender de manera directa las demandas más importantes de la ciudadanía; sin embargo, hay un elemento más, de esos que tocan las fibras más sensibles de la naturaleza humana: la emoción.

En su definición más simple, la emoción es un sentimiento intenso de alegría o de tristeza, producido por un hecho, una idea, un recuerdo, etcétera. Desde mi perspectiva, el gobernante no solo debe ser un burócrata eficiente y un profesional dedicado; el servicio público requiere tener la capacidad de emocionarse con su trabajo. Debe poseer la sensibilidad para atender a la ciudadanía en sus preocupaciones y demandas; ser capaz de encontrar soluciones y alternativas dentro de las posibilidades con las que cuenta dentro de sus atribuciones, pero sobre todo su trabajo debe convertirlo en una mejor persona, servidor público y político.

Desde la perspectiva de la ciudadanía ha crecido un sentimiento negativo hacia los gobernantes. En general poseen muy poca credibilidad y provocan sentimientos adversos. Entre otros aspectos que explican esta circunstancia están los hechos de corrupción en los cuales están relacionados, las promesas incumplidas realizadas en campaña y pospuestas ya en el ejercicio de gobierno. Más aún porque la sociedad ve a sus gobernantes como personajes distantes e insensibles. Tiene razón la sociedad, ¿cómo ver con empatía a mujeres y hombres que dicen representarlos o velar por sus intereses, si éstos se aíslan de la realidad en sus oficinas y entre sus colaboradores?

Esta distancia entre la sociedad y los gobernantes debe acortarse por medio de un nuevo modelo del ejercicio del poder público. Se debe gobernar para la gente y con la gente. Esto significa dos cosas. La primera, uno de los pilares de la acción gubernamental debe ser la participación ciudadana en todo el amplio abanico que ofrece, desde la revocación de mandato, hasta el presupuesto participativo. Si un político no logra además de cumplir con la ley y sus funciones, emocionar y emocionarse con su trabajo, tal vez logre transitar durante su encargo, pero habrá desperdiciado la enorme posibilidad de transformar la realidad y cambiar positivamente la vida de las personas.

No es lo mismo firmar acuerdos, decretos e instrucciones desde un escritorio, que conocer de manera directa las necesidades de la gente, mirarla a los ojos y estrechar sus manos. Quien no entienda que la sociedad cambió y que debemos adaptarnos a las nuevas circunstancias que determinan la política, en poco tiempo se quedará en los márgenes de la vida pública y de la historia.

Debemos salirnos de las oficinas y de los cubículos; llegar a las calles, plazas, parques, mercados, hospitales, transporte público y escuelas. Acudir ahí donde la gente se reúne de manera cotidiana, donde se vive la vida, no quedarnos donde se administra el gobierno.

@MBarbosaMX

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Miguel Barbosa
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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