Durante su campaña electoral del 2015, el entonces candidato a gobernador Jaime Rodríguez Calderón hizo énfasis en el combate a la corrupción. Se comprometió a meter a la cárcel a los funcionarios deshonestos; seis años y cinco meses después es el reo más destacado en el penal de Apodaca 2.
Pero no solo eso, hay al menos tres o cuatro ex secretarios como Manuel González, Manuel Vital y el propio doctor Manuel de la O Cavazos, así como otros ex directores que pronto deberán hacerle compañía, una vez que se integren las carpetas judiciales, de acuerdo con lo dicho ayer por el gobernador Samuel García a mi compañera María Julia Lafuente en el Telediario Mediodía.
Aunque siempre existe la presunción de inocencia, las investigaciones hechas por el actual gobierno hablan de más de 11 mil millones de pesos que habrían desviado de las arcas estatales. En esta red de corrupción, dijo, hay empresas favoritas y familiares de los antes mencionados.
Se trata de una cantidad muy parecida a lo que la justicia de Argentina le reclamaba a la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que junto con otros involucrados se beneficiaron con la obra pública en aquel país.
En el caso de Nuevo León, ese monto podría ser muy superior, pues de acuerdo con lo que Samuel García le comentó a María Julia, todavía siguen encontrando desvíos, pero falta documentarlos.
Como bien dice el gobernador, con ese dinero se podrían haber construido cientos de escuelas, por ejemplo, o decenas de hospitales, o mejorar el sistema de transporte colectivo que está hecho un desastre.
Es importante que se concluyan todas las auditorías en las dependencias estatales hasta encontrar toda la podredumbre que dejaron El Bronco y sus secuaces, a fin de llevar ante la justicia a quien resulte responsable.
Pero además de encerrarlos, lo que a los ciudadanos realmente les interesa es que recuperen cada peso sustraído de manera ilícita, ya sea embargando sus cuentas o sus propiedades para dejar un precedente por primera vez en el estado, y en eso Samuel tiene la última palabra.
Miguel Ángel Vargas