De acuerdo con el último reporte de la inversión extranjera directa (enero-septiembre de 2022), México registró 32 mil 147.4 millones de dólares, casi 30 por ciento más que el año anterior (24,831.7 mdd), según datos de la Secretaría de Economía.
Se trata de nuevas inversiones que representan miles de empleos, además de toda la derrama económica que arrojan a las entidades donde se asientan las plantas de manufactura, la cual se estima en algo así como 11 mil 658.8 mdd, es decir 36.3% del total del IED.
De ahí la importancia de la Gigafábrica anunciada por Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, que inicialmente invertiría mil millones de dólares, y podría llegar hasta 10 mil millones de dólares en años posteriores, donde Nuevo León era el principal candidato a recibirla.
Hasta ahí todo iba bien, pero el Gobierno federal, y el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador intervino para politizar un tema que de origen es eminentemente privado, y ahora resulta que ya hay otros tres estados donde gobierna la 4T, que entraron a la disputa por esa inversión.
Hablamos de Puebla, Hidalgo y Tamaulipas que pretenden competir cada uno con sus argumentos para que el señor Musk se decida por alguno de ellos, porque consideran tener la infraestructura urbana y de servicios para recibirla.
Por supuesto que dichas entidades tienen aspiraciones legítimas para captar esa inversión, porque en esas regiones también hace falta empleos y bienestar para sus habitantes, y al final todos somos parte del territorio nacional.
Lo que no se vale es que se utilicen argumentos como la escasez del agua para desacreditar o tratar de restarle méritos a Nuevo León, un estado modelo desde hace más de un siglo, donde la cultura del trabajo está muy por encima de otros estados.
Se equivocan quienes ven a la inversión extranjera como una transacción temporal. Se trata de una relación a futuro donde además debe procurarse retenerla y enlazarla con el sector productivo local para potenciar sus beneficios, y en eso sin duda los sectores productivos del estado llevan mano, aunque al final de cuentas Elon Musk tendrá la última palabra.
Miguel Ángel Vargas