El pasado viernes 28 de marzo muy temprano, un camión torton que transportaba paneles de aluminio fue interceptado, apenas bajando del segundo piso de la autopista México-Puebla en el sentido a Veracruz, por los tripulantes de un vehículo particular que con pistola en mano exigían al chofer detenerse.
Luego de frenar la pesada unidad que traía desde Irapuato 470 hojas con un peso aproximado de 40 kilos cada una, con destino al puerto jarocho, el conductor fue obligado a subirse al auto y dejar que uno de los delincuentes se llevara el camión.
Por inexperiencia y algo de torpeza, el maleante no pudo maniobrar y el peso venció la delicada carga que a la altura de la Central de Abasto tuvo que abandonar su fechoría, y también por fortuna dejaron en libertad al joven que minutos antes habían retenido.
Esta es una historia de cientos que viven los transportistas en una de las autopistas más peligrosas del país, y para colmo el fallido atraco fue a las 8:00 de la mañana, es decir a plena luz del día y con decenas de personas como testigos.
Como casi siempre sucede en estos casos, los elementos de la Guardia Nacional y de la policía estatal brillaron por su ausencia, y fue la ineptitud de los delincuentes la que evitó que se consumara el asalto.
Lo peor del caso es que la mayoría de la carga se perdió porque los paneles quedaron inservibles, y la empresa tuvo que pagar a unos improvisados macheteros (cargadores), para subirla de nuevo a la unidad y regresarla a su lugar de origen.
Esta parece una fábula de policías y ladrones como las del caricaturista Trino, porque resultaron tan pend$%#& los malandrines que ni siquiera saben distinguir el tipo de materiales que roban, y se arriesgaron a ser detenidos en toda esa maniobra.
Por suerte para ellos, nuestras fuerzas del orden son igual de... ineficaces que nunca llegan cuando se les necesita, y tampoco han sido capaces de reducir el índice de asaltos en esa vía federal que el 2024 fue de las más peligrosas de todo el territorio nacional.
Y todavía nos quieren hacer creer, que como diría el personaje del JR, hijo del narcotraficante José Reyes (El Infierno, 2010): "en el combate contra la delincuencia, aunque no lo parezca vamos avanzando", a lo que su papá le responde diciendo: "no digas pendejadas".
