Hace días fui víctima de un ciberdelito, pues unos sujetos supuestamente empleados de Amazon, me pidieron aceptar un “pedido” que habían encargado a mi nombre.
En cuestión de segundos y producto de una distracción se apoderaron de mi WhatsApp para comenzar a mandar mensajes y pedir diferentes cantidades de dinero.
Por fortuna no tengo reporte de que alguno de mis contactos haya caído en la trampa de estos delincuentes, porque desde las nueve de la noche del miércoles hasta el día siguiente estuvieron enviando solicitudes al por mayor.
Después de tres días, y tras reportarlo, pude recuperar de nuevo el control de la situación, porque a excepción del WhatsApp, todas las aplicaciones y la línea estuvo funcionando con normalidad durante esta odisea.
Después de la pandemia, en todas las escuelas y los trabajos nos hicimos dependientes de esta aplicación, y la mayoría de nuestra interacción es a través de ella, por lo que el daño a quienes sufren un ataque como del que fui objeto es mucho mayor del que nos imaginamos.
Además es un tema generacional, porque la mayoría de los jóvenes ya no utilizan sus celulares para hablar, y se comunican a través de las distintas APP y eso nos hace más susceptibles al robo de identidad y otros delitos.
El problema es que ninguna autoridad, excepto la compañía que presta el servicio, puede hacer algo al respecto, y esos delincuentes actúan con toda la impunidad en perjuicio de millones de usuarios.
Aunque la Policía Cibernética en teoría puede intervenir, la verdad es que no tienen la tecnología para detectarlos y mucho menos frenar toda esa actividad en la internet, así que lo más recomendable es evitar cualquier contacto con esos sujetos.
De entrada no se deben recibir llamadas de números extraños y de otras entidades o del extranjero, porque muchas de las veces se trata de un posible delito. Tampoco recibir códigos que dan acceso a sus aparatos, pues por el momento es la única manera de evitar ser víctima de estos infames sujetos.
La legislación estatal ni la federal han sido suficientes para acabarlos. Como en las calles, en el ciberespacio nos siguen ganando la batalla.