El último periodo de sequía ocurrido en el estado (2011-2012) ha sido considerado como el más severo de los últimos 50 años (Sequía en Nuevo León, Vulnerabilidad, Impactos y Estrategias de Mitigación, Ortega-Gaucin, 2012).
El libro editado por el Instituto del Agua de Nuevo León señala que “tan solo en el año 2011 se tuvieron pérdidas de más 40 mil hectáreas de cultivos siniestradas por falta de lluvias, así como la muerte de más de 9 mil cabezas de ganado, lo que representó una merma total superior a los 400 millones de pesos”.
Y agrega: miles de familias que habitan las zonas rurales (sobre todo en el sur de la entidad) se vieron afectadas por el desabasto de agua para consumo humano y por la falta de alimentos para su subsistencia, razón por la cual los 51 municipios del estado de Nuevo León fueron declarados como zona de desastre.
Han transcurrido 10 años de esa grave crisis hídrica, y parece que no aprendimos la lección. Ni el gobierno del priista Rodrigo Medina, ni el independiente Jaime Rodríguez hicieron algo para tratar de resolver de fondo el problema de falta de agua para consumo humano y riego.
Medina propuso traer agua del Pánuco, pero al final por sospechas de corrupción ni siquiera pudo llevarse a cabo el llamado plan Monterrey VI, pues El Bronco lo desechó sin investigar.
Luego Jaime proyectó la presa Libertad, cuya capacidad es de 220 millones de metros cúbicos, que sin bien servirá para abastecer a 750 mil habitantes de 16 municipios del área conurbada, tampoco es la panacea.
El abasto de agua para las grandes urbes debería ser prioritario para los gobiernos, pero depende del interés que los políticos le pongan al tema. En el caso de Samuel García todavía no sabemos qué hará para enfrentar la crisis del agua que vive el estado.
Por si las calamidades fueran pocas, llevamos los dos últimos años lidiando con el maldito covid-19 que nos obliga a consumir más líquido para evitar su propagación.
Ante una situación tan apremiante como ésta, los ciudadanos debemos aprender a cuidar el agua porque la temporada de calor será intensa, de acuerdo con las proyecciones de los expertos de la Comisión Nacional del Agua.
No estamos tan lejos de volver a los llamados “tandeos” o cortes de agua, o del uso obligatorio de los tinacos para optimizar. Lo mínimo que esperamos es ver campañas como la del niño simpático que decía: “no la riegues, ciérrale”.
Miguel Ángel Vargas