Los políticos y uno que otro periodista, somos muy dados a buscar explicaciones a sucesos como el ocurrido el domingo en las urnas, donde hubo una gran participación ciudadana a pesar del entorno de violencia en algunas regiones del país, y al inclemente tiempo.
Al cierre de las casillas, hubo declaraciones festivas y optimistas de la oposición que presumía triunfos en al menos cinco de las nueve entidades en disputa, pero que conforme transcurrió la tarde cambió totalmente el escenario.
El bloque PAN-PRI-PRD perdió el estado de Yucatán, considerado durante todo el sexenio como el mayor bastión blanquiazul y donde el gobernador Mauricio Vila, siempre salió como el mejor evaluado en todas las mediciones oficiales en seguridad. Por cierto ni siquiera él pudo ganar una posición al Senado.
Entrada la noche, los dirigentes nacionales y su candidata Xóchitl Gálvez salieron con otro semblante a reconocer que las tendencias no les favorecían, y que tampoco en la Ciudad de México con Santiago Taboada habían ganado.
En Puebla sucedió algo similar, el entusiasmo de Eduardo Rivera y Mario Riestra se fue diluyendo con el transcurso de las horas, y más noche ni siquiera se les pudo localizar para ver cómo iban las tendencias.
Mientras tanto, el PREP avanzaba a paso de tortuga y no había manera de corroborar los números. A no ser por el conteo rápido del IEE que fue entregado a la medianoche donde ya favorecía a Alejandro Armenta, habría sido imposible dar un ganador con base en los datos.
Fue hasta ese momento que se dieron cuenta que había pasado no una "ola guinda", sino un tsunami que se llevó de encuentro a los candidatos de oposición en todo el país, y que Claudia Sheinbaum había superado por mucho a sus contendientes. El lunes nos dimos cuenta que fueron más de 33 millones y esa cifra es mayor a la obtenida por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador.
A tres días de la "catástrofe", los partidos siguen buscando una explicación de lo que sucedió el 2 de junio. Algunos como Eduardo Rivera, entrevistado ayer en Telediario por mi compañero Alberto Rueda, reconocen que se los llevó la corriente morenista y ni siquiera hay elementos para impugnar. Ni siquiera los expertos en política saben por dónde les llegó el madrazo.