Las imágenes de unas horas antes del festejo de la Virgen de Guadalupe en la autopista México-Puebla eran desgarradoras. Decenas de personas trataban de auxiliar a los motociclistas tirados en el asfalto, luego de ser arrollados por un inconsciente conductor en estado de ebriedad.
Por fortuna, los mismos testigos presenciales del lamentable suceso ayudaron a detener al responsable que por ir bajo los influjos del alcohol, seguramente hasta hoy sigue sin conocer la magnitud de lo que hizo, pues privó de la vida a tres seres inocentes, uno de ellos menor de edad.
Casi de manera simultánea, en la autopista México-Pachuca otro grupo de feligreses motorizados fueron atropellados, también por un automovilista ebrio que por ir a exceso de velocidad y en estado inconveniente cometió el delito.
Justo por esa razón evité calificar estos dos acontecimientos como “accidentes”, porque para la ley, el que ambos estén drogados impide que los tipifiquen de esa manera, y por ello deberán ser juzgados con todo el rigor.
Como cada año, lamentablemente se presentan fallecimientos como el de las tres personas originarias del municipio de Acatzingo, que fueron víctimas de la irresponsabilidad de una persona alcoholizada, y si tiene conciencia, que lo dudo, vivirá el resto de sus días cargando con esa culpa.
Pero además de esa falta de sensatez por parte de quienes se atreven a manejar en esas condiciones, habría qué señalar la incapacidad de la Guardia Nacional para implementar operativos a fin de proteger a los millones de mexicanos que derrochan su amor por la guadalupana.
Por esas autopistas llegan cientos de miles de feligreses provenientes de Puebla, Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala, Hidalgo, y de Querétaro que las recorren a pie, en bicicleta, motocicleta y muchos otros medios de transporte para llegar a la ciudad de México.
La pregunta que cada año nos hacemos ¿es tan complicado que hagan bien su trabajo los oficiales de las corporaciones federales? Si no detienen a un simple conductor borracho, mucho menos podrán con las bandas de criminales que transportan toneladas de droga en sus propias narices. ¿Esta es la transformación que nos han ofrecido los últimos seis años?