La debacle del gobernador Jaime Rodríguez Calderón comenzó cuando, a sabiendas de que sus posibilidades de ganar eran nulas, se aferró a una candidatura presidencial, donde el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador llevaba ventaja a todos los contendientes.
Los nuevoleoneses nunca le perdonaron abandonar el cargo durante meses y dejar como encargado a su secretario general de Gobierno, Manuel González Flores, quien facilitó el desvío de recursos económicos y humanos para la campaña.
Hasta antes de eso, El Bronco tenía una imagen de regular a buena, pues muy pocas cosas de las que había prometido en la elección de 2015 se cumplieron. No hay obra pública, y ninguno de los ex funcionarios señalados de corruptos pisaron la cárcel.
El transporte urbano era un caos y sigue igual o peor cuatro años después. La contaminación es cada día más grave y hasta el momento no existe una iniciativa gubernamental para aminorar sus efectos nocivos.
La tercera línea del Metro está paralizada desde hace años, y como sus relaciones con el gobierno federal son pésimas, los recursos no llegan, aunque hay una leve esperanza que en el 2020 comiencen a fluir.
Por si fuera poco, Jaime también perdió el apoyo de los empresarios que durante la campaña lo respaldaron, ya que una vez en el poder los hizo a un lado para imponer a su gente.
De acuerdo con el senador de Movimiento Ciudadano, Samuel García, más del 90 por ciento de la ciudadanía de Nuevo León apoya la destitución del gobernador. Aunque no voy a validar los porcentajes de esa encuesta, es obvio que sus bonos están a la baja.
Este lunes, el Congreso del Estado buscará concretar una histórica sanción en contra del mandatario estatal, pero parece que a él nada la preocupa.
Mientras los diputados analizan destituir e inhabilitar a Jaime, éste dedica su tiempo a regalar boletos para la final de futbol entre Rayados contra el América del próximo 26 de diciembre.
A unas horas de que los legisladores emitan su fallo, el señor gobernador ni se inmuta y por el contrario lanzó una convocatoria en Facebook como si el horno estuviera para bollos.