De manera simplista, hay quienes pretenden culpar al futbol, y a la pasión que éste genera, de la violencia que impera en las calles de Monterrey y su área metropolitana. Nada más alejado de la realidad, pues el estado de irritación es generalizado en el país.
Si no, ¿cómo se explica que en entidades como Puebla e Hidalgo los linchamientos van en aumento? Basta con que alguien propague el rumor de que hay robachicos, para que la gente enardecida se lance contra quien sea señalado.
Lo mismo ha ocurrido en otras ciudades del centro y sur de la República, donde la justicia por propia mano es cotidiana, y en la mayoría de las veces, las autoridades se ven rebasadas por las multitudes.
Pareciera como si el Estado permitiera o tolerara este tipo de expresiones irracionales del pueblo, y con ello admite su incapacidad para frenar la creciente ola de robos, secuestros y homicidios.
Hace unas semanas vi por unos minutos la película Paciente Zero, filme del género zombi, donde la población se contaminaba con rabia y se atacaban unos a otros.
Uno de los infectados decía que sus ganas de atacar eran incontrolables y eso incluyó a sus propios seres queridos. Por supuesto que la dejé de ver enseguida, pues lamentablemente la realidad supera, por mucho, a la ficción.
Han transcurrido nueve días de la brutal agresión al joven aficionado de Tigres por seudoaficionados del Monterrey. Por fortuna, la salud de Rodolfo Manuel Palomo va en franca mejoría, al grado que le fue retirado el respirador artificial.
Los videos en redes sociales muestran a una turba de muchachos que, sin piedad, golpean el cuerpo inerte de Rodolfo.
Esas imágenes reflejan el descontrol de las emociones de unos jóvenes motivados por una pasión mal entendida, pero lo mismo ocurrió en Puebla e Hidalgo donde la ira llevó a un grupo de pobladores a dar muerte a supuestos robaniños.
Se trata pues de un fenómeno que no es exclusivo del deporte. Hay síntomas por todo el país de una especie de “rabia social”, que nubla las ideas e impide pensar. Lo peor de todo es que los gobiernos siguen sin reaccionar.
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¡Cuidado con la rabia social!
- En pocas palabras…
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Miguel Ángel Vargas
Monterrey /