Para mi tranquilidad, José María y Juan Pablo (21 y 23 años de edad) no son muy asiduos a la vida nocturna, y eventualmente salen pero han sido pocas veces, aunque no estoy en contra de que mis hijos disfruten su juventud.
Lo que me preocupa es el ambiente en torno a los antros y cantinas en los municipios conurbados como Puebla capital y las Cholulas (San Andrés y San Pedro), donde las autoridades han dejado de ser estrictas con el tema de los horarios y la venta de alcohol a menores de edad.
Eso además de la presencia del crimen organizado que rodea ese entorno, y el riesgo que eso representa para quienes acostumbran divertirse en esos lugares, donde los criminales buscan vender sus drogas a veces con el contubernio de los empleados de dichos negocios.
En alguna ocasión platiqué con ellos sobre cómo adulteran las bebidas para abusar de los jóvenes, ya no digamos solamente de las mujeres, y que los mismos meseros son parte de esa infamia que pone el peligro la vida de quienes las consumen.
Es imposible impedir que nuestros hijos acudan a esos sitios porque están en una etapa donde buscan nuevas experiencias, y como "nadie experimenta en cabeza ajena", es un proceso inevitable por lo que algunos desean pasar.
Lo ideal es que no les gustara el alcohol, y mucho menos los estupefacientes, pero todos fuimos jóvenes y tal vez experimentamos ese tipo de inquietudes, aunque en definitiva la situación es mucho más complicada que en otros tiempos.
Por ello cada que suceden hechos como el ocurrido el pasado fin de semana en el Bar Mallet, ubicado en Angelópolis, donde los propios cadeneros agredieron de manera salvaje a padre e hijo por reclamar sus pertenencias, debe ser un llamado de alerta para todos como sociedad.
Los videos que circulan en las redes sociales dan cuenta de la gravedad de las agresiones, y de lo cerca que estuvo de convertirse en una tragedia. Se observa como un tipo desalmado le tira una tremenda patada a una persona tirada en el suelo y por fortuna tuvo mala puntería.
Eso sujetos deben ser juzgados con todo el peso de la ley, porque es tentativa de homicidio y en pandilla, es decir, hay agravantes suficientes para que vayan un largo tiempo a la cárcel. Para el negocio la clausura le sale barata, porque pagando la multa volverá a reabrir y todo quedará como un mal antecedente.