El mundo ideal de la 4T es uno en el que no se tenga que rendir cuentas a nadie, en el que los ciudadanos queden sujetos a los designios del gobierno y en el que los poderes Judicial y Legislativo estén al servicio del Ejecutivo, uno en el que reine la opacidad, en el que el uso de los recursos sea discrecional y se mueva al antojo del presidente en turno.
Creo que Morena sería feliz viviendo en la década de los 70 donde la voluntad presidencial movía al país y la clase política se dedicaba solo a obedecer, además de aspirar a subir en la escala de gobierno acumulando un poder descomunal que solo da la ausencia de transparencia, rendición de cuentas y buenas prácticas de gobierno.
Sueñan con la presidencia imperial, darían todo por tener una máquina del tiempo que los hiciera disfrutar de las mieles del autoritarismo a mansalva, de otro modo no nos explicamos porqué de buenas a primeras les estorbaron todos los organismos autónomos creados para permitir un control del poder, que de origen estos organismos en sí, nacieron muchos de ellos sin dientes, pero que al final servían al menos para exhibir abusos de poder y someter al escrutinio público las acciones emprendidas lo que permite a ciudadanos tomar decisiones al momento de sufragar.
Ahora al gobierno federal le estorba el Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (INAI) que vela por la transparencia y la rendición de cuentas, un organismo que vigila que el gobierno entregue la información que el ciudadano solicita o tiene que solicitar porque no está en el catálogo de obligaciones. Uno de los lacayos de la 4T, Alejandro Armenta Mier, para colmo presidente del Senado, lanzó una iniciativa con este objetivo.
Con ello pone al gobierno federal como juez y parte al incorporar al INAI a la Secretaría de la Función Pública, lo que da discrecionalidad al gobierno sobre la información que debe o no entregar a los ciudadanos, chulada de ocurrencia retrógrada sin sentido, y ¿poner los datos personales en poder de un gobierno?
Señores yo les pregunto y su nieve… ¿De qué la quieren?