La vida de Andrés Manuel López Obrador ha sido una eterna campaña en su búsqueda del poder, no deja de ser un hecho relevante e incluso de reconocimiento que es el único Presidente de México que ha llegado a Palacio Nacional luego de crear su propio movimiento, que se transformó en un nuevo partido político que lo llevó a conseguir hacerse de la banda presidencial.
Nadie en la historia de nuestro país ha logrado hacer eso y veo muy difícil que en el corto plazo la hazaña de un solo hombre así, se vuelva a repetir. El problema, y grave, es que su llegada a la titularidad del ejecutivo no ha significado nada más que mantenerse en esa misma eterna campaña ahora por mantener a su grupo político en el poder. Si algo ha sabido hacer López Obrador en este sexenio es mantenerse en campaña logrando que la agenda nacional gire en torno a sus dichos en la mañanera, más que en torno al trabajo que debería de hacer con el máximo cargo al que un mexicano puede aspirar.
No podemos tampoco ser catastrofistas y decir que todo está mal en el país, pero, sí reclamar que la principal demanda de los mexicanos que era devolver la paz a nuestro país y disminuir la violencia generada por los grupos delictivos no se alcanzó y no se alcanzará ni un ínfimo avance en el año que le resta al sexenio, la vara señor Presidente le quedó muy alta y una de las promesas de campaña, esa eterna campaña fue precisamente el acabar con el crimen organizado.
Y si habláramos de la mafia del poder, pues no hay otra que la que está en él; sin embargo, sigue recurriendo al ya trillado discurso de culpar al de atrás y a sus propios fantasmas, de no haber alcanzado a cumplir con lo prometido. Pero le tengo buenas noticias, lamentables para todos los mexicanos, quienes se han sentado en la silla en la que hoy despacha, han dejado los mismos resultados, violencia incesante, una pobreza que no cede lo suficiente y un séquito de beneficiados con el gobierno en turno.
Ahora a aguantar otro año de una campaña con mayor volumen, pues estamos en ciernes de un proceso electoral donde sabe bien que perder significa un fracaso para esta estrategia de campaña permanente.