Para dimensionar el problema que tenemos en cuando a los índices delictivos en el país es necesario entender que además de la víctima directa del delito, también están los indirectamente afectados, que la Ley General de Víctimas define como “los familiares o aquellas personas físicas a cargo de la víctima directa que tengan una relación inmediata con ella”.
Claro que los registros oficiales se quedan muy cortos, pues si tomamos en cuenta que en promedio una persona tiene relación directa con otras cuatro personas más, en el 2022 la cifra de víctimas indirectas del delito de homicidio doloso por ejemplo alcanzaría la escalofriante cifra de más de 105 mil personas tomando en cuenta que muchas de éstas víctimas dejaron a personas en la viudez o la orfandad dejando de ser el sustento de sus familias o simplemente y no menos grave, afectación psicológica y estrés postraumático luego de enterarse del crimen.
El daño que los criminales están haciendo a nuestra sociedad es mayúsculo comparado con las nefastas políticas públicas implementadas para el supuesto combate a la delincuencia que lo único que han dejado es una estela de sangre, muerte y desasosiego sólo comparado con la peor de las escenas dantescas del infierno.
Y digo que las cifras oficiales son muy pobres pues según el último informe de actividades de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, el Registro Nacional de Víctimas (Renavi) que es el padrón donde se alojan los datos de víctimas del ámbito federal y local, desde su creación y hasta el 31 de diciembre de 2022, contaba con aproximadamente 54 mil víctimas registradas ¡de todos los delitos!
Para el caso de Guanajuato se tiene el registro de la Comisión Estatal de Atención Integral a Víctimas que durante el 2022 fueron atendidas un total de 1 mil 262 personas, de las cuales el 87% corresponde a mujeres y el 23% restante fueron hombres. Si hacemos el ejercicio de estimación sólo del delito de homicidio la cifra rondaría las 10 mil víctimas indirectas el año pasado.
De ese tamaño es el problema, pues además de quienes perdieron la vida, están los que se quedan en este mundo a enfrentar los estragos de la pérdida del ser querido.