Nada ni nadie debe coartar la libertad de expresión de ningún mexicano, el Estado, debe ser el principal defensor de este derecho universal siempre apoyando en todo lo necesario para evitar que cualquier ciudadano vea restringida esta garantía.
Las amenazas a los comunicadores han existido desde tiempos inmemorables, todo aquello que parece incómodo a cualquier grupo de poder da motivo para el rechazo y la amenaza, lo cual ha representado un reto enorme para quienes nos desempeñamos en esta profesión.
El periodista ejerce esta libertad sujeto sin duda al escrutinio de quienes reciben su trabajo, puede haber quien esté a favor, y quien esté en contra, lo cual resulta parte natural de ese proceso resultante de la entrega recepción del mensaje, pero esto no tiene porqué convertirse en un sinónimo de amenaza.
Y no sólo se trata de posibles atentados contra la integridad física, se trata también del escarnio público al que se somete a algunos comunicadores solo por el hecho de tener divergencias con algunos sectores de la sociedad o con el mismo gobierno.
Coartar la libertad de expresión también es producto de emitir comentarios mordaces en contra del trabajo realizado por un comunicador, llenarlo de adjetivos por el solo hecho de no coincidir en la ideología política y llevarlo al extremo de ridiculizar los esfuerzos por llevar a la sociedad información.
México es un país en donde el ejercicio del periodismo corre grandes riesgos y son centenares las vidas de quienes han caído asesinados o desaparecidos tan solo por informar respecto a temas relacionados con la delincuencia.
Hoy más que nunca mi solidaridad con todos aquellos periodistas que han arriesgado su integridad en pos de informar, toda amenaza en contra de cualquier ciudadano debe ser investigada y perseguida sin miramientos.
Miguel Ángel Puértolas
