No cabe duda que hasta hoy no se ha implementado una política pública real a nivel federal para acabar con la violencia y seguimos contando los muertos con el discurso de “ya bajaron” o “ya subieron” de tal a cual período sin que esto signifique una reducción de la violencia que ya raya en lo apocalíptico.
Son muchos factores que siguen sin atenderse y el primero de ello no tiene origen en nuestro país y es el comercio indiscriminado de armas en los Estados Unidos, que termina entrando a México en forma de contrabando hormiga y en partes para su armado aquí y así reducir el riesgo del decomiso. Sin omitir en que las aduanas los índices de corrupción siguen siendo altísimos.
El 91 por ciento de los homicidios dolosos tiene relación con el crimen organizado, cerca del 80 por ciento de éstos se cometen con armas de fuego cuyo origen en su gran mayoría podría decirse el 90 por ciento provienen de los Estados Unidos, por eso hablamos hoy más de las AR-15 que de las AK-47 de origen ruso.
Se implementó en este gobierno una política de cero tolerancia al huachicol, pero no así para la producción de drogas sintéticas ni para la importación de sustancias para fabricar una de las más letales como es el fentanilo, el mercado de drogas se ha extendido y las ganancias son de miles de millones de pesos al día. Lo que nos trae al otro punto, la guerra de cárteles por el control de territorios no solo para la producción y comercialización de las drogas, sino también el lavado de dinero producto de estas actividades ilícitas, la política de brazos caídos contra líderes criminales suplido por capturas de delincuentes de medio pelo.
Súmele a eso la militarización de la seguridad pública, pero además la ocupación de las fuerzas armadas en tareas ajenas a su labor primordial y la desaparición de la inteligencia naval, que daba los mejores resultados.
Para terminar de poner la cereza al pastel, la improvisación está a la orden del día y no se ve siquiera rumbo en la política criminal, y menos en la de prevención de la violencia y la delincuencia. Queda claro que este gobierno cerrará con otro triste récord de víctimas de homicidio superando a Peña, Calderón y no se diga a Fox.
Miguel Ángel Puértolas
