En varias entregas de este espacio le he hecho referencia al diagnóstico presentado por la Encuesta “Juventud y Bienestar 2022 Planet Youth”, donde el panorama de adicciones es complejo, pues entre otros datos arroja que el 21% de los encuestados probó alcohol a los 13 años o antes, el 9% se ha embriagado en los últimos 30 días, el 4% bebe alcohol en su propia casa, el 6% obtiene alcohol de un miembro de la familia y el 18% se ha embriagado una o más veces en su vida. El 7% usó marihuana alguna vez en su vida y el 4% usó marihuana en los últimos 30 días. Pero las drogas, legales o ilegales, no son el único problema al que se enfrentan y a este fenómeno deben agregarse otros datos que sin duda son factor de riesgo para los niños, en este caso de 0 a 14 años y adolescentes de 15 a 17 años. Ayer se dieron a conocer los resultados del “Diagnóstico sobre la situación de las infancias y adolescencias” elaborado por la Red por los Derechos de la Infancia en México que nos dan una idea del panorama que vive una gran cantidad de menores.
Casi la mitad de los niños, niñas y adolescentes en la entidad (882 mil) viven en hogares con pobreza, y son menores a los que les urge una atención inmediata, pues sus familias enfrentan una insuficiencia de recursos económicos y carecen del acceso a seis derechos sociales: educación, salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos de la vivienda y alimentación nutritiva y de calidad.
Aproximadamente, 314 mil niñas, niños y adolescentes no asisten a la escuela cuando están en la edad de completar su educación obligatoria, el 20% del total que vive en el estado de entre 3 y 17 años; mientras que la tercera parte de los adolescentes de 15 a 17 años no acuden a la escuela.
La tasa de abandono escolar a nivel estatal en educación media superior fue de 14.1% durante el ciclo escolar 2019-2020 (SEP, 2021). Esto se debe a que el costo de oportunidad de no trabajar se incrementa en esta edad. Sumemos que además 375 mil no están afiliados, adscritos o con derecho a recibir servicios de salud.
Con todo esto en mente queda claro que el reto es mayúsculo frente a los graves riesgos a los que se enfrenta nuestra niñez.