Estoy convencido que la cuarta transformación tiene serios enemigos que empiezan a destruir este proyecto en el que están enfocados especialmente todos aquellos que han decidido ser parte del movimiento que encabeza el presidente López Obrador. Son enemigos que han terminado con gobiernos y proyectos emprendidos no solo por el actual partido político en el gobierno, sino también con la incipiente alternancia iniciada por Vicente Fox con el Partido Acción Nacional, y el intento de regreso del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia.
Pero los enemigos de la cuarta transformación no están en los Estados Unidos, donde se ha acusado a organizaciones como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que opera en México desde la década de los 70, apoyando proyectos de combate a la corrupción y mejores prácticas de gobierno.
El miércoles pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador reclamó al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, de estar desinformado sobre la creciente violencia contra periodistas en México y acusó que su opinión era un acto injerencista de parte de la administración del presidente Joe Biden.
Pero no, ahí no están los enemigos de este movimiento, tampoco lo están en España, país con el que hemos tenido una hermandad dentro de la comunidad internacional e iberoamericana, con el que tenemos una importante relación comercial, pero además un cruce cultural que va más allá de la historia, y al que se amenazó en algún momento de poner en pausa (lo que quiera que hayan querido decir) en las relaciones entre ambos países.
Tampoco hay que buscar a los enemigos de la cuarta transformación en las organizaciones de la sociedad civil, acusadas de recibir dinero del erario para malgastarlo, ni los organismos autónomos señalados de ser herencia del neoliberalismo, es más ni la oposición que difícilmente ha logrado sostenerse.
Los verdaderos enemigos de la cuarta transformación están dentro de ellos, los actos de corrupción, los excesos en los que ha caído y las denuncias de diversa índole que pesan sobre ellos son su peor enemigo, todo ha sido probado, y poco ha quedado solo en el dicho.
No busquen enemigos ¡donde no los hay!