El video, las fotografías y los memes que salieron de este hecho ocurrido a principios del mes de agosto en el que seis pasajeros que iban dirección al Estado de México en la carretera México–Texcoco frustraron el robo que pretendieron ejecutar dos ladrones es apenas la punta del iceberg de un hartazgo que empieza a permear en la sociedad.
Y es que aquí no estamos hablando de crimen organizado, digamos no de aquel que se dedica esencialmente a delitos del fuero federal, sino a delitos del fuero común, a esos que pegan directamente a los ciudadanos en su patrimonio y que de no atender pronto esto puede convertirse en una verdadera bomba de tiempo.
Imagine la presión que hay sobre la sociedad respecto a la pandemia generada por el coronavirus, primero desde el punto de vista de interacción cotidiana, limitando las relaciones los acercamientos y todo aquello que consideramos afectivo por cultura. Sume la desesperación de muchos ciudadanos de haberse quedado sin un ingreso, por haber perdido el trabajo o el negocio, y si a eso le agrega el arribo de un delincuente gandalla, fácilmente podemos imaginar la explosión que se nos viene.
Prueba de ello es que ya hay al menos una decena de réplicas en el país de otros ciudadanos que han decidido hacerse justicia por su propia mano pues la lección que se nos ha dado más común es que hagamos lo que hagamos, el sistema garantista de justicia terminará por dejar libre al delincuente quien estará en posibilidad de seguir delinquiendo.
Esto no es un llamado a hacernos justicia, para eso están las leyes y las autoridades encargadas de vigilar y hacer que se cumplan. Esto es un llamado urgente a acabar con esa delincuencia común mediante la aplicación irrestricta de la ley que afecta a más mexicanos que el crimen organizado.
Debemos entender que inseguridad y violencia no son lo mismo, la violencia generada por los grupos delincuenciales potencia la percepción de inseguridad, pero afecta a menos personas, en cambio la inseguridad generada por ladrones por ejemplo tiene un impacto mayor entre los ciudadanos y eso es un frente que no se está atacando como debería ser.
La golpiza al ladrón de la combi no debería generar risas ni memes, debería ser un asunto tomado en serio como una preocupación mayor.
