El portador de un mensaje lleva consigo la responsabilidad del impacto que tendrá este a la hora de difundir, hace un par de días discutía sobre la necesidad que tenemos quienes nos encargamos de la difusión de noticias de ser imparciales pero sobre todo de estar informados y tener conocimiento de lo que se va a comunicar por cualquiera de las vías hoy existentes.
Veo que existen varias razones por las cuales debemos tener un discernimiento previo y en examen de conciencia además de análisis ético antes de difundir información sesgada con intereses turbios que solo buscan confundir a las audiencias en beneficio de ciertos intereses, y la mayoría de éstas razones tienen fondos de golpeteo político que buscan beneficiar a ciertos sectores con intereses muy particulares.
Nuestra responsabilidad es enorme, pues el daño inherente a la difusión de mensajes equívocos, o dolosamente mal intencionados los único que puede traer es el descrédito de los señalados en informaciones falsas, se destruyen reputaciones y vidas enteras solo por no medir el alcance de lo que se escribe o dice. Requerimos urgentemente una visión más amplia de las cosas pero además con un enfoque ético, cuyo único interés sea el de informar y no tergiversar con la intención de dañar.
Desafortunadamente los canales para difundir ideas y mensajes son vastos, y digo desafortunadamente porque ahora cualquiera se siente con el derecho de transmitir un mensaje, imagen o testimonio sin cotejar la información de lo que va a comunicar, posterior, sucede que no falta quien retome ese mensaje y lo dé como bueno, sin ir al origen de éste y haga que las noticias falsas cobren vida se viralicen y terminan convirtiéndose en una bola de nieve imparable, dada por buena por quienes terminaron siendo los consumidores de esta información.
Hoy más que nunca requerimos confianza, información verificada y alejada de cualquier intención que no sea la de enterar con la verdad y buscar el bien común.
Miguel Ángel Puértolas
