Es cierto y se ha dicho que intervienen factores socioeducativos y culturales en los procesos de descomposición de la sociedad, que llevan a algunos ciudadanos a optar por la vía de la delincuencia para tener un modo de vida, algunos para subsistir, otros para crear verdaderos emporios de dinero ilícito.
Sin embargo es obligación del Estado garantizar la seguridad ciudadana, para lo cual debe de tener personas suficientemente capaces que ideen e implementen de manera eficaz políticas públicas que promuevan la paz, el bienestar y el desarrollo de la comunidad lejos de la violencia como la que hoy vive nuestro país.
La violencia, que no es lo mismo que la delincuencia pero van estrechamente ligados, y ambos traen consigo no solo una percepción negativa entre los ciudadanos respecto a la inseguridad, hay sitios en México donde la percepción de inseguridad supera al 90 por ciento de la población.
Lo más grave es la inseguridad ciudadana, que es aquella en la que “el Estado no cumple, total o parcialmente, con su función de brindar protección ante el crimen y la violencia social, lo que significa una grave interrupción de la relación básica entre gobernantes y gobernados”, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Y aquí es donde me quiero detener, es claro que en México hay un distanciamiento enorme, una ruptura entre los gobiernos y los ciudadanos, pues para lograr la disminución de la violencia y de la delincuencia se requiere de una alianza entre ambos, en donde no se olvide que quienes gobiernan son también ciudadanos, pero con el poder de la ley en sus manos.
La participación de los ciudadanos, esa gran mayoría, la de los buenos, la que busca el bien para todos y trabaja de manera legal es importante para fortalecer los lazos de quienes buscan la paz.
En tanto el papel del gobierno es el de ser quien genere los mecanismos para aglutinar a los ciudadanos y como engranaje perfecto la maquinaria de la sociedad se mueva en favor de la legalidad y contra la delincuencia. De modo que la seguridad ciudadana se convierta en tarea y responsabilidad de todos, de otro modo el país seguirá siendo rehén de un grupo de delincuentes.