El conocimiento, la ciencia, la tecnología, la innovación y sobre todo las políticas públicas, deben tener al centro al ser humano, mejorar su desarrollo e impulsarlo para cambiar su vida y con ello traer un nivel de crecimiento económico que le permita suplir holgadamente sus necesidades primarias y sus satisfactores.
México tiene que cambiar, tenemos que dejar atrás el asistencialismo, las dádivas que papá gobierno da a los pobres y convertir ese dinero en proyectos productivos que les permitan mediante el conocimiento a todos los mexicanos convertirse en los alfareros de su destino, sacándolos de sólo extender la mano para levantarla en un compromiso con su crecimiento personal y profesional.
El sistema educativo del país debe de cambiar, debemos de apostar por convertir a cada mexicano no sólo en un profesional de lo que pretenda dedicarse toda la vida, sino además de ese pensamiento emprendedor que le llevará a la solución de problemas comunes que muchas veces mediante sencillos pasos con mucho ingenio y conocimiento terminan convirtiéndose en la empresa exitosa que dará de comer a muchas familias.
Sin duda el camino es largo pues en nuestro país las diferencia sociales son HORACIO enormes, el reparto de la riqueza es inequitativo y las oportunidades en realidad aunque son para todos no todos cuentan con las herramientas necesarias para ello. Un compromiso que debemos de adquirir como sociedad es mejorar las condiciones de aquellos que menos tienen apoyando programas que les enseñen a valerse por sí mismos y dejar de lado las dádivas que palian el mal de la pobreza por un tiempo efímero.
Cuántos niños se encuentran en las calles con la mayor de las desventajas, en cuántos de ellos hemos perdido un Einstein, o un Mario Molina solo por no contar con esas herramientas, por tener un sistema educativo que no formas emprendedores ni personas interesadas en innovar y cambiar sus vidas.
El enfoque de nuestros gobiernos debe cambiar, de lo contrario difícilmente saldremos a dar la cara al mundo como un país competitivo y seguiremos siendo el eterno maquilador, de productos y tristemente de pobreza.
Miguel Ángel Puértolas
