Mi mente de pronto se llenó de miles de recuerdos, de pronto a mis casi 50 años volví a ser niño y así de pronto regresé en mis memorias al hogar que me vió nacer. Los aromas, las sensaciones, los sonidos que de pequeño me hacían sentir amado y seguro, de pronto se agolparon queriendo inundar cada espacio de mi pensamiento y así de pronto todo se fue.
Llegó el punto en el que mis sentimientos eran confusos, la alegría de haber vivido momentos maravillosos al lado de mis padres y… de pronto no tenerlos. De escuchar sus llamados, consejos y risas, para en un segundo verlos convertidos en recuerdos, espacios etéreos que no volverán más.
Así de pronto la vida cambia y lo que hoy abrazas de pronto se evapora, lo que hoy amas mañana queda en la memoria. De pronto la vida cambia, un segundo es suficiente para dar un vuelco de 180 grados y tu realidad es otra, hoy abrazas, mañana suspiras, hoy gozas, mañana solo las sensaciones quedan.
Por eso es importante no dejar pasar el tiempo ociosamente, pues de pronto el día se convierte en noche y la calma se convierte en tormenta, como para recordarnos que este mundo es cambiante, nada es eterno, sólo el recuerdo de cada momento que al final como hierro candente sella el alma.
Así de pronto mi vida cambió, y esas llamadas a la distancia se atesoraron en mi corazón, el amor y cariño, esa frase cálida que me hacía sentir dichoso será guardada en un susurro bello, que se quedará ahí hasta el día en que los acompañe, no me queda más que agradecer cada instante que los tuve a mi lado, no me queda nada más que mirar al cielo y celebrar que hoy están juntos de nuevo.
Sabía que en algún momento como lo hice con la partida de mi Padre, escribiría un texto en el momento en que mi Madre ya no estuviera con nosotros, y hoy llegó ese día. Gracias por todo tu amor, por tu entrega día a día, para dejar hombres y mujeres de bien, gracias por hacer de mí el hombre que hoy soy… Gracias Mamá.
A la memoria de mi madre Graciela Martínez Zermeño.
