Pocas veces uno está en el lugar adecuado para vivir un momento histórico, pero muchas menos está uno en el lugar donde sucede la historia y sin duda es una experiencia extraordinaria y más cuando se trata de ser parte de quienes escribieron una historia de éxito como lo ocurrido ayer en el municipio de Celaya donde un grupo relativamente pequeño de invitados fuimos testigos de un hecho que pasará a los anales de la aviación mexicana.
De niños casi todos soñamos con volar alguna vez, pero hubo quien no se conformó con solo volar sino que además se propuso construir ese vehículo que lo llevaría a surcar el cielo cabalgando entre nubes, afortunadamente hay para quienes los obstáculos se convierten en oportunidades y simplemente llevan ese sueño más allá de lo posible.
Y ayer, por primera vez en poco más de 100 años que tiene la aviación civil en México fuimos testigos del vuelo de un avión diseñado por mexicanos, construido por ingenieros mexicanos, y piloteado por un mexicano, una avión hecho a la mexicana, en el mejor sentido de la frase, porque nos dejan en claro estos emprendedores que efectivamente lo hecho en México, está bien hecho.
Ayer me decía Toño Reus, titular de Idea Guanajuato, “esto no se trata solo de un avión sino de un detonante de toda la industria de todo un concepto” y es verdad actualmente, el sector aeroespacial mexicano ya es una de las principales industrias del país.
Hoy el Clúster Aeroespacial del Bajío (BJX Aerospace) es el sexto proveedor aeroespacial de Estados Unidos de América y tiene el objetivo de ser el décimo exportador de insumos aeroespaciales a nivel global en 2025, exporta alta tecnología como sistemas de propulsión, estructuras, sistemas de aterrizaje eléctricos y de precisión.
Seguro que hace 30 años si alguien nos hubiera contado esta historia le habríamos dicho que estaba loco, cómo íbamos a convertir un estado regido por una economía primaria a uno desarrollador de tecnología, pero los sueños son posibles, siempre y cuando trabajemos.
