A lo largo de muchos meses he tenido la oportunidad de reflexionar con personas de todos los sectores de la sociedad, llámese políticos, empresarios, funcionarios de los tres poderes del Estado, ciudadanos de a pie, amigos y conocidos y al hacernos una pregunta seria sobre el origen de muchos de los problemas que hoy enfrenta México tienen origen en la familia.
Es en este núcleo de la sociedad donde nos educan, donde aprendemos valores como la disciplina, el trabajo, la convivencia y la responsabilidad cívica, quienes somos padres somos responsables del tipo de conocimientos y habilidades que damos a nuestros hijos, pero aún más somos responsables de darles un entorno de amor y seguridad que les permita reconocer en éstas herramientas una forma honesta de vivir.
No quiero decir con ello que es una medida infalible pero reducimos sobremedida las posibilidades y los factores de riesgo que existen para que las nuevas generaciones se inclinen por formas deshonestas y hasta delictivas de vivir. Sin embargo en México no existen políticas públicas exitosas y poco se le apuesta a sanar entornos familiares conflictivos que terminan siendo parte importante de la violencia que hoy se vive en nuestro país.
Las políticas públicas deben enfocarse en prevenir y atender no sólo la violencia intrafamiliar sino también contar con un análisis lo más preciso posible para identificar esos factores de riesgo que llevan entre otras cosas al consumo de sustancias prohibidas y en el peor de los casos a cometer delitos o enrolarse en grupos criminales.
También deben considerar servicios de prevención social de la violencia atendiendo a todos integrantes de la familia con antecedentes criminales y conductas de violencia intrafamiliar con programas específicos y adecuados según su perfil de riesgo, sin embargo pareciera ser que la política va más encaminada combatir delincuentes que evitar que ciudadanos comunes se conviertan en ellos.
Hoy los jóvenes no sólo son víctima de ese entorno social adverso en donde no encuentran en sus familias esa educación y atención a sus necesidades básicas, hoy también se han convertido en victimarios producto de la responsabilidad que todos tenemos desde casa.