¿Hasta dónde es necesaria la difusión de hechos de violencia relacionados con homicidios perpetrados por el crimen organizado en nuestro país? es una pregunta constante que muchos periodistas nos hacemos, pues por un lado es nuestro deber informar lo que sucede en nuestra comunidad, pero por otro lado, es también implícito que “el mensaje” de terror que quieren enviar quienes llevan a cabo estos hechos está ligado y es directamente proporcional a la magnitud de sus acciones.
¿Qué tanto se contribuye a ello? creo que está en la forma en la que se difunde la noticia, si bien es cierto es importante reseñar un hecho acontecido, también lo es dando una justa dimensión a las cosas, sin que nos convirtamos en voceros de la delincuencia, es ahí donde el mensaje debe ser realista y objetivo, pues al final los delincuentes buscarán la forma de que su advertencia llegue por los canales existentes a sus rivales.
La magnitud de la violencia con que se perpetran los crímenes ha llegado a niveles insospechados, que podrían ser solo parte de una mente enferma sin el menor sentido de la moral, la ley, los valores y las consecuencias de sus actos, cada día vemos con qué facilidad entran a sitios con grupos de personas congregadas y como si la vida careciera de cualquier valor hoy se ejecutan a estos seres humanos en su mayoría indefensos, y sorprendidos sin la más mínima oportunidad de defenderse. ¿El propósito? que cada vez que ejecuten una acción de este tipo sea inevitable una cobertura que haga llegar este mensaje.
Creo sin duda que la labor de un periodista frente a estos hechos es reflejar la realidad de lo sucedido, llevando estos hechos a un análisis situacional y social de lo que está ocurriendo en nuestro país, sin dejar de lado el unirse al reclamo por un país mejor, libre de violencia, pero además en donde la libertad de expresión y de prensa esté garantizado.
¿Hasta dónde conviene difundir estos hechos?, me pregunto. Lamentablemente es tan duro el golpe de realidad que la difusión se vuelve intrínseca al hecho mismo, haciendo inevitable que éste llegue a la mayor parte de la población, en donde los comunicadores tenemos que salvaguardar justo evitar la revictimización de las víctimas y los ciudadanos cuidar de no difundir mensajes con imágenes grotescas que termina por hacer justo eso.
Cierro este espacio con una reflexión, al final el mensaje se envía por la incapacidad de las autoridades hasta hoy de controlar a los grupos criminales, pues todos podríamos dejar de difundir estos hechos, pero el cerrar los ojos no van a hacer que desaparezcan. Así que mensajeros habrá mientras las autoridades lo permitan, así de sencillo, así de simple.