Me parece sumamente delicado lo que ha estado ocurriendo en el país en torno a las fiscalías de entidades en donde los escándalos que las han rodeado solo tienen un trasfondo político y se ha impuesto sobre la ley el poder de los gobiernos en turno, porque al parecer los fiscales elegidos por congresos de oposición a los titulares del ejecutivo en turno les resultaban incómodos. En 2019, el Congreso de Veracruz separó de su cargo al fiscal estatal, Jorge Winckler, según los diputados de mayoría de Morena por carecer de “certificación” para ejercer su cargo. Para nadie fue desconocido que Winckler y Cuitláhuac García tuvieron serias diferencias desde la campaña electoral del hoy gobernador de aquella entidad. Hoy, el ex fiscal se encuentra vinculado a proceso por los delitos de desaparición forzada y privación ilegal de la libertad. Cierto o no, hoy la sombra de la duda y de una revancha política se cierne sobre el caso. Llegó con Miguel Ángel Yunes, se fue con Cuitláhuac García.
Tras el escándalo del asesinato de la joven Debanhi “N” en Nuevo León, se inició una andanada contra el fiscal general de Justicia de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez, abogado que ya había sido presidente del Tribunal Superior de Justicia de aquella entidad, quien tras las presiones renunció en un escrito entregado en la Oficialía de Partes del Congreso local asegurando que su salida (no contemplada por sus allegados) era debido a su jubilación, que habría tomado efecto desde el viernes, tras 40 años de servicio público. Llegó con El Bronco y se fue con Samuel.
Bastó una acusación de Claudia Sheinbaum para poner al borde del despido al fiscal de Morelos, Uriel Carmona Gándara, después de intentos incesantes del gobernador Cuahutémoc Blanco para retirarlo del cargo, ahora se usa el caso de Ariadna, en el que señalan una investigación desaseada, como en el caso de Debanhi en Nuevo León, para cimbrar al abogado, quien llegó al cargo durante el gobierno del perredista Graco Ramírez. La historia está en suspenso y ya veremos si consuman la salida de otro fiscal, al parecer también incómodo.
Que quede claro que para nada intento justificar a algún personaje, sólo pongo sobre la mesa lo endeble que pueden resultar las instituciones frente al poder político, uno que ya parece crimen organizado.
Miguel Ángel Puértolas