Poco comprendida por su amor por los animales, criticada en muchos sentidos, Alejandra Gutiérrez ha sabido enfrentar no solo los retos que en sí mismo impone la administración de la tercera ciudad más grande del país, sino que además ha sabido sortear obstáculos que definitivamente inspiran a otras mujeres a romper esos techos de cristal que la sociedad sigue imponiendo.
Detrás de ella hay quienes han querido imponerse, sin embargo su manera de gobernar, también criticada por ser demasiado coloquial en el trato hacia los ciudadanos, es justo lo que hoy necesitan los gobiernos, porque los ciudadanos ya están cansados de tratar con políticos que pretenden ser una clase social elevada y quieren acercamiento con individuos de carne y hueso.
Pero la responsabilidad de gobernar no se constriñe sólo al contacto con los ciudadanos, implica tomar decisiones que incluso la han puesto contra las cuerdas dentro de su propio partido provocando alejamientos que se han dirimido después de los acuerdos, como cuando salieron las denuncias por actos de corrupción en la administración panista que le antecedió.
Decisiones que la llevaron a una limpia a fondo en la Policía Municipal, la más amplia realizada en la corporación desde que se tiene memoria, y que seguro le generó enemistades sobre todo con los grupos que pretendían seguir controlando a la corporación para fines delictivos, una política que se ha ampliado al resto de los funcionarios públicos a quienes desde el inicio de la administración les advirtió que no iba a mantener en la nómina a baquetones o acosadores.
Es una mujer que ha sabido ganarse el respeto de sus opositores en la política, pero además hoy cuenta con el respaldo de sus correligionarios, quienes ven en ella el potencial de servicio con carácter humano que requieren los nuevos gobiernos, sin dejar de lado la mano dura cuando se requiere enderezar el barco para que éste llegue a buen puerto.
Una vez en una charla le pregunté que dónde se ve en el 2024, pues ha sido mencionada como aspirante a la gubernatura y ella me respondió: “voy a estar donde la gente quiera que yo esté” no su partido, sino donde sus verdaderos jefes los ciudadanos quieran que continúe su carrera política.