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Una ambulancia para México

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  • Maximiliano Torres

A estas alturas de la vida nacional, ningún mexicano cree que le pueden venir a contar algo que no sabe del instinto de supervivencia que caracteriza a nuestro país. Entonces llega Familia de medianoche, documental del norteamericano Luke Lorentzen que presenta a los Ochoa, familia que, si bien es típica en sus dinámicas de parentesco, resulta única en su manera de ganarse el sustento.

El gobierno de Ciudad de México dispone de menos de 45 ambulancias para atender a su población que, dicho sea de paso, es la población de una de las ciudades más grande del mundo. Una carencia de tal magnitud genera una industria de ambulancias privadas con fines de lucro. En esta macabra área de oportunidad entran los Ochoa: cada noche, Fernando y sus dos hijos jóvenes lidian con ambulancias de la competencia, se defienden de policías corruptos, negocian con las personas a las que auxilian para cobrar sus servicios.

Debido a la profesión en la que se adentra, la premisa de Familia de medianoche es propensa al sensacionalismo y lo evita admirablemente. Su intención es más un diagnóstico socioeconómico de la urbe capitalina que el afán choquearnos ante la rutina de un paramédico. Inmersa en una cotidianidad de accidentes, sufrimiento y heridas expuestas, la puesta en cámara de Lorentzen es de una ética imperiosa que opera con el mínimo uso de sangre. En las emergencias médicas que presenta, se asoman la violencia de género, el maltrato infantil, la pobreza, la corrupción. De forma distinta a la usanza documentalista, prescinde de testimonios frente a cámara y el voz en off, optando por “desaparecer” la cámara invasiva. Así es como observa muy de cerca (pero a la vez a cierta distancia) las decisiones de Fernando como jefe de familia, las llamadas telefónicas del hijo adolescente a su novia (a quien le cuenta lo extremo de sus jornadas), la riesgosa presencia del hijo menor, quien vive preocupado por no tener útiles para ir a la escuela. De antemano les advierto que quien la vea se quedará con ganas de saber más sobre el trasfondo de los Ochoa: ¿cuál es la historia de la hija que no es parte del negocio familiar y que aparece en una sola escena?, ¿cómo llegó el señor Fernando a dedicarse a esto?, ¿qué aspiraciones tienen sus hijos? Pese a las preguntas que surgen, estas breves interacciones dejan ver con exactitud la desgastante dimensión social en la que viven.

A la par de las dudas que inspira la historia incompleta de los Ochoa, hay otras preguntas igual de latentes que tienen que ver con la realización del documental ¿Cómo le hizo Lorentzen para no interrumpir su labor en situaciones en las que un equipo de filmación no es bienvenido?, ¿algo de esto fue dramatizado? El director convivió con los Ochoa durante tres años, tiempo en el cual obtuvo 80 minutos de material que llegan a ser inauditos.

Y porque esta es una representación realista del mexicano que vive al día, en lugar de canonizar a sus protagonistas, Familia de medianoche da al espectador la posibilidad de reflexionar sobre los dilemas morales que enfrentan. No se puede pedir más de una película. O sí: una media hora extra en la que tengamos la tranquilidad de saber que los Ochoa van a estar bien.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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