Existen analistas, políticos e inclusive el Presidente de la República que argumentan y defienden la hipótesis acerca de que la pobreza y la falta de oportunidades es el origen de la violencia en México, en lo particular no estoy de acuerdo con dicha relación; si cruzamos estadísticas entre estados más pobres y datos de violencia, observamos una relación negativa entre ellos, por ejemplo en el estado de Chiapas para el año 2016 el 77.1 por ciento de la población de la entidad era pobre, sin embargo durante octubre del 2017 existieron 1.92 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes y, 1.04 homicidios culposos por cada 100 mil habitantes; en contraste con datos anteriores, el estado del país con menos porcentaje de pobres fue Baja California con el 22.2 por ciento, sin embargo en dicha entidad se registró el mayor número de delitos a nivel nacional, por ejemplo en homicidios violentos ocupó el cuarto lugar nacional. Con base en datos anteriores y sin menoscabo de revisar otras estadísticas, podemos afirmar que usar una política de subsidio social para quitarle a delincuentes su capital social no es suficiente para acabar con la violencia, quiero decir, y esa es mi hipótesis, la violencia no es producto de la pobreza, que si bien es cierto, pudiera ser un foco de atención, no cubre la solución. Una política de gasto social que pretenda acabar con la violencia no es suficiente, es importante analizar otras variables al respecto, entre ellas el fomento a la educación, al empleo y al deporte, en ello es en lo que debe invertir el gobierno federal. Un error es bajar el presupuesto público en dichos rubros, como ya lo hizo la administración dentro del presupuesto 2019. Estoy convencido que cuando los delincuentes ven cerrada su mina de oro buscan otras opciones delictivas y, por ello, en lo que va del 2019 se ha incrementado el secuestro y la extorsión.
