Con el tema de la reforma electoral, en el ambiente se ha propiciado una nueva confrontación entre el Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República y una parte de la sociedad, que merece algunas reflexiones. Adicionalmente me atrevo a remover mi memoria, para recordar como alguna vez diría Mitterrand: “mi parte de verdad”.
Era Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados integrantes de la LI Legislatura Federal en el período extraordinario (1989) convocado para reformas constitucionales, derivadas del diálogo y el consenso entre grupos antagónicos derivados de la cuestionada elección federal de 1988. Se establecieron nuevas bases para la renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo, así como los principios generales para impulsar a los partidos políticos como entidades de interés público (lo que justifica su financiamiento público) para promover la participación del pueblo en la vida democrática y normar el acceso al ejercicio del poder y la representación.
Las reformas electorales han derivado del diálogo amplio y plural, hasta llegar a consensos que han permitido avances sustanciales en nuestra vida democrática. Así surgió el Instituto Federal Electoral para construir una institución autónoma, imparcial que diera transparencia, certeza y legalidad a las elecciones, después transformado en Instituto Nacional Electoral, para profesionalizar la función electoral. Se respetaba la organización de las elecciones locales a cargo de organismos públicos locales.
Por ello considero que actualmente falta debatir con amplitud las propuestas de reforma electoral, para que su resultado sea derivado del diálogo y el consenso entre las fuerzas políticas vigentes. No descalifico las propuestas, más bien el método para procesar su contenido. El Presidente tiene muchas ventajas para convencer y vencer sin oprimir a sus opositores. Destaco su enorme respaldo popular y el contenido de varias de las propuestas incluidas, principalmente en la reducción de integrantes del Legislativo, así como la baja sustancial del gasto electoral, principalmente frente a tantas carencias en otros rubros.
Para lograr cambios estructurales se requiere de creatividad. El Presidente López Obrador la tiene, siempre con la divisa de convencer para vencer. Porque la esencia de los gobiernos es que sus acciones deben siempre colocar a los ciudadanos en el centro de su misión. Recordemos que los Estadistas, o el Príncipe como señalaba Maquiavelo, tienen algo en común: su método de gobernar.
@MauricioTexcoco