Por muchos aspectos la inauguración del nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles, en Santa Lucía, Estado de México, es un acontecimiento nacional de trascendencia histórica.
Concluye una errónea decisión superada, la de Texcoco, duramente criticada por la codicia, principalmente para beneficio de unos cuantos. No obstante, justo es reconocer, hubiera sido de favorable impacto económico para nuestra tierra, una zona depauperada, la más poblada del Estado.
En contraste con el sospechoso silencio de quienes tomaron la decisión frente al reclamo de sustentabilidad, corrupción, deficiente e insuficiente planeación, entre otras. Por donde se vea, confianza en la nueva obra, en el Presidente, aunque se reconozca dinero perdido.
Indispensable destacar la realización por ingenieros militares, con precisión ejemplar en una obra pública, así como la creación de la primera empresa pública militar para operar el nuevo aeropuerto, la vanguardia tecnológica en sus instalaciones, reconocimiento a nuestras fuerzas armadas que habían sido vituperadas por acusaciones ligadas a violación de Derechos Humanos o al narcotráfico. Hoy reivindicadas y reconocidas.
Todo ello reitera la confianza de la mayoría en el gobierno del Presidente López Obrador, como un gobierno de realizaciones. Esa confianza implica el valor esencial en la coincidencia con los intereses y valores ciudadanos. Cuando los gobernados observan en los hechos el cumplimiento de las palabras, la confianza se sustenta de manera sincera, eficiente y honesta. Porque nadie confía en quien hace mal las obras, falta a sus compromisos o lo hace con deshonestidad.
La confianza se basa en la credibilidad, otra variable fundamental para el liderazgo gubernamental. Porque cuando el gobierno miente, engaña u oculta la información de forma reiterada, genera lo contrario, la desconfianza, pierde credibilidad.
Históricamente la mala gestión pública, los escándalos de corrupción e impunidad han causado estragos. Por eso obras y resultados como el nuevo aeropuerto alientan la recuperación de la confianza y fortalecen el contrato social entre gobernantes y gobernados.
Esperemos que así se continúe en esta buena racha para mejor salud, educación, economía, infraestructura, porque de ello depende que los contribuyentes estemos dispuestos a apoyar la recaudación fiscal, con gastos eficientes y honestos, con integridad de nuestro gobierno y mejor capacidad de gestión. Que triunfe la esperanza sobre la experiencia.
Mauricio Valdés Rodríguez
@MauricioTexcoco