La confianza se construye en el tiempo y con mucho trabajo, pero se pierde en un instante. En política, tener palabra hace toda la diferencia entre gobernar eficientemente y para el pueblo, o gobernar para una ambición meramente personal. Requisitos indispensables para ganarse la confianza es no mentir y tener palabra.
Cuando un político miente, y más cuando es tan evidente, pierde la confianza de la ciudadanía e inclusive de los demás políticos, aliados y adversarios. No se pueden generar acuerdos o avanzar sobre coincidencias cuando todos saben que mientes e incumples con tu palabra.
Este es el caso de Samuel García, gobernador con licencia y aspirante a la Presidencia de la República por el partido Movimiento Ciudadano. Es una persona que miente de manera diaria y rutinaria, ya es una dinámica sistémica donde todo se vale en el afán de engañar y pintar todo de color de rosa.
Esto, que en el círculo rojo político de Nuevo León, así como de todo México, ya es bien sabido genera que nadie confíe en su palabra o que vaya a cumplir los acuerdos a los que se compromete. Esto debilita totalmente la capacidad de maniobra de un político cuando ya nadie le cree. No es de sorprender que no avance acuerdo alguno con el Congreso local o alcaldes de oposición.
Adicionalmente, la ciudadanía también está cada vez más consciente de esta calidad de mentiroso de Samuel, por lo cual sus decenas de millones de pesos que se gasta en publicidad ya no están teniendo el efecto deseado.
Los consultores en comunicación y el marketing político funcionan hasta cierto punto. Todo esto no es efectivo cuando estás grabado mintiendo en reiteradas ocasiones diciendo que te vas a quedar los 6 años en la gubernatura de Nuevo León y que no aspiras a ser candidato a la Presidencia. Así como la incongruencia de haber criticado fuertemente al ex gobernador Jaime Rodríguez y votar en contra de su licencia en 2018, para luego hacer lo mismo que él.
Este engaño tan claro y contundente es adicional a las mentiras sobre los indicadores de la inversión extranjera total, la movilidad, la calidad del aire, el problema del agua, la seguridad, entre otros temas.
Lo que preocupa aquí no es que una persona tan mentirosa, insensible y megalómana llegue a la Presidencia, sino los graves problemas que vive Nuevo León y que no tengamos gobernador con un anhelo sincero por resolverlos. En la actualidad queda más que claro que en la trayectoria política del ahora gobernador con licencia Samuel García ha imperado un solo objetivo, el enaltecimiento personal ante todo. Sombríos tiempos los que nos toca vivir en el estado de Nuevo León. Este gran estado y nuestra gente merecen mucho más.
