Cultura

Con V de venganza

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Esbirros. Antonio Ortuño. Páginas de espuma. México, 2021.


Cuando Antonio Ortuño (Zapopan, Jalisco, 1976) publicó La vaga ambición (2017), libro de cuentos con el que ganó en España el Premio Ribera del Duero, demostró que había en él un narrador propositivo, capaz de conmover al lector o dejarlo helado. Antes del reconocimiento literario internacional ya contaba con varios libros de relatos interesantes, recuerdo con particular aprecio La señora Rojo (2010).

Desde que comencé a seguir a Ortuño en su faceta más prometedora, como cuentista, me atrajo el humor negro, la sutileza, el encanto por develar ironías de la vida. Su apuesta parecía encaminada a la búsqueda tanto de la forma como del fondo, era placentero leerlo y dejarse conducir por sus historias que ostentaban una forma distinta de ser parte del mundo.

De La vaga ambición recuerdo el acierto de mostrar una apología del fracaso, lejos de la solemnidad y lugares comunes. Entusiasmada por el aire fresco que Ortuño le daba a la literatura mexicana en ese entonces, me atreví a esbozar un mapa geográfico con las presencias tutelares del cuentista: Henry James, Ernest Hemingway, Jorge Ibargüengoitia, Salvador Novo, Paul Auster, Philip Roth y Ricardo Piglia.

¿Qué es lo que más se extraña de su prosa? El punto exacto que encontraba para deslizar frases transgresoras y que pretendiera ser diferente a otros cuentistas; es decir, sabía hallar el instante para soltar la frase contundente, el punch para que la historia adquiera otros vuelos o, bien, se limitara el exceso de realidad. Y, lo más importante, había una construcción más detallada de sus cuentos, no se reducían a finales efectistas.

Este nuevo libro de relatos, de portada atractiva con el gato con cara de “aquí me los friego a todos”, expone a un narrador diferente, más centrado en rescatar su faceta de cronista, de fabulista posmoderno. Ortuño presenta un anecdotario que se mueve entre gente astuta o débil. Es una colección de finales con V de venganza que caen en la monotonía y hacen que rememoremos la literatura mexicana de los años ochenta y noventa, en sus décadas menos afortunadas con camarillas de autores que dejaron uno que otro relato digno de antología, solo eso y nada más.

En estas once historias amparadas por la sonrisa del felino de los memes, hay pasado, presente y futuro a manera de secciones. Muy atrás quedó el Ortuño del mapa con autores de cabecera, el que persigue la frase exacta, la dosis de ironía que clava como una flecha en el blanco y que, en ciertas ocasiones, esa flecha tiene una doble punta que puede resultar un boomerang.

Quiero pensar que el libro con el gato a punto de reírse hasta del mismo autor es un compendio de transición y tarde o temprano llegará el momento en que Ortuño escarbe en otros registros menos homogéneos, acartonados y realistas. Es probable que se deba a un reacomodo en su escritura para luego arribar a textos con la calidad que nos tenía acostumbrados. También sorprende que en Esbirros el escritor haya considerado necesario decir al lector cómo son sus cuentos y de dónde proviene su poética. Llama la atención esa nota preliminar, es como si él mismo desconfiara de la esencia de su prosa o de la precisión de sus avengers. Si sus cuentos fueran como los de antes no tendría que recurrir a la nota para explicar que es devoto de las palabras de Ezra Pound en “El artista serio”, ensayo donde aborda que “el culto de la belleza y el trazado de la fealdad no están en oposición mutua”. Preocupado por cómo lo leamos, el cuentista siente que debe justificarse: “Estos cuentos abordan las oscuridades del poder y la sumisión (que se encuentran en el empleo cotidiano, en la pareja y la familia, en las relaciones personales y la política) y exploran a quienes transitan por ellas, pero carecen de moraleja, o mejor, proponen unas moralejas delirantes, inciertas, autocanceladas” (pag. 14).

La inquietud del autor es contagiosa. El exceso de violencia y la realidad cansan, así como la frecuencia de los finales inesperados. Quiero pensar que pronto retomará otra veta de su narrativa y todos, incluyendo al escritor, vamos a coincidir con la risa socarrona del gato blanco.

Mary Carmen Sánchez Ambriz

@AmbrizEmece

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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • [email protected]
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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