Cultura

Cicatrices de un feminicidio

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El invencible verano de Liliana. Cristina Rivera Garza. Penguin Random House. México, 2021.

El nombre de Liliana (1969-1990) ha acompañado siempre a Cristina Rivera Garza (Matamoros, Tamaulipas, 1964). En algunos de sus libros aparece en unas siglas LRG, en la dedicatoria, y es hasta la Autobiografía del algodón (2020) en donde la narradora asegura que nada de lo que hace existiría si no fuera por su hermana. Ella es parte de los recuerdos infantiles de esta ruta por el campo algodonero en el norte del país, de esos largos viajes en carretera que emprendió Cristina en compañía de sus padres y su hermana menor, en medio de escenarios agrestes que van de huizaches a matorrales.

Todo parece indicar que sus anteriores libros y su manera de narrar estaban esperando el momento preciso para contar la historia que desde hace tiempo quería compartir, mas no estaba todavía lista. Cada quien cicatriza de manera distinta. Tuvieron que pasar treinta años para que la escritora decidiera abordar la muerte de Liliana Rivera Garza, asesinada por su exnovio el 16 de julio de 1990 en una casa ubicada en Azcapotzalco. Ángel González Ramos, quien aún no ha declarado ante la justicia, estranguló a la joven de veinte años, estudiante de arquitectura en la UAM-Azcapotzalco. Liliana perdió la vida porque ya no quería continuar con una relación amorosa en la que se sentía anclada y sin poder avanzar hacia ninguna de sus metas; fue asesinada como les ha ocurrido a otras mujeres, víctimas de la violencia de género, del patriarcado y de la impunidad. El agresor se dio a la fuga y el expediente del caso quedó archivado, casi enterrado.

Como ha sucedido en otros libros de la novelista, en donde va en busca de un personaje o un hecho —llámese Juan Rulfo, José Revueltas, Amparo Dávila, La Castañeda y sus circunstancias atroces— aquí se encarga de reconstruir la vida de Liliana. Para llevar a cabo su propósito convoca a distintas voces: su familia, amigos y conocidos. La voz de la propia Liliana surge en un diario que permanecía guardado junto con libros, fotografías y papeles personales. ¿Acaso hay un límite de tiempo para hablar de un duelo, de un asesinato que sembró el desasosiego entre quienes conocieron a la joven?

Sin duda, cada quien se hace cargo de su cicatriz y decide cuándo es el momento idóneo para externar el dolor. Esther Seligson dice que la palabra es lo que nos distingue de los animales y enfatiza que la diferencia esencial está en la capacidad para hablar de nuestras cicatrices .¿Qué es una cicatriz? Seligson la define como “un concierto de voces insepultas en el insomnio de la añoranza”. Eso es precisamente lo que es este libro, un mosaico de voces que tienen en común no guardar más silencio sobre lo que le sucedió aquel día de verano a Liliana Rivera Garza.

Cabe recordar que no existe una palabra para definir a alguien que ha perdido una hermana, como tampoco hay un vocablo que represente que una madre se ha quedado sin su hijo. En ese sentido y por el rescate que hacen tanto Rivera Garza como Seligson —con el diario y dibujos de su hijo Adrián—, es posible hallar similitudes y resonancias entre El invencible verano de Liliana y Simiente (Ediciones Sin Nombre, 2004), de Esther Seligson. Aunque con circunstancias de muerte distintas, en ambos libros las autoras emprenden un recorrido por la vida de su difunto y revelan la voz de los ausentes, como si ellos pudieran hablar por última a vez través de ellas y dar cuenta de sus días de desasosiego. “Hay que hacer las paces con los demonios para que no te arrastren por las calles haciéndote creer que eso es la libertad”, escribe Seligson. Mientras Rivera Garza recupera la esencia de su hermana en su memoria, cuando ambas nadaban: “Íbamos por el mundo cada una por su lado, pero acudíamos a la alberca para ser hermanas. Ese era el espacio de nuestra más íntima sororidad. Y todavía lo es”.

Seguir la pista de los libros de Rivera Garza se ha convertido en un acto interesante y placentero. Pocas narradoras, en México, logran contagiar esa pasión que descarga en sus historias, ensayos, crónicas, pesquisas, ficciones o no sé qué. Este libro es más cercano a un asunto detectivesco y más colindante con la prosa de Olga Tokarczuk, en donde los clichés no tienen cabida y se propone exhibir los desaciertos de la sociedad enferma a causa de la desesperanza y del agobiante patriarcado.

Es el libro más personal de Cristina Rivera Garza, el que más desvelos le ha quitado y más años tardó en estructurar. Sin duda, la mejor parte de este rompecabezas de un feminicidio es “Cloro”, el fragmento en donde la escritora se da cuenta que en el agua, en cada brazada, recupera escenas que vivió con su hermana. Ahí es cuando la cronista indignada, la investigadora y académica dan paso a la ensayista para que con creatividad, luminosidad e instants of being —que también explora Seligson como herencia de Virginia Woolf— logre reconstruirse a través de ese olor tan peculiar que quedaba en la ropa y en la piel de Liliana cuando, junto con ella, practicaba la natación: el olor a cloro.


Mary Carmen Sánchez Ambriz

@AmbrizEmece

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Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • Mary Carmen Sánchez Ambriz
  • [email protected]
  • Ensayista, crítica literaria y docente. Fue editora de la sección Cultura en la revista Cambio.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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