Un país satisfecho con administrar las apariencias, eventualmente se enfrentará a una crisis de alternativas para darle viabilidad a su supervivencia democrática. Parecemos tener prisa en alcanzar ese escenario.
La realidad mexicana en materia de seguridad es indisociable de la opacidad en las operaciones militares, su rechazo absoluto y orgulloso a la rendición de cuentas y una campaña de relaciones públicas para darle a las instituciones castrenses un aire impoluto. Hace tiempo dejaron de ser la vanagloria limitada a los planes de desastre.
Sin detenerse en su falta de transparencia y negación al escrutinio, cada voz que festeja la participación de las Fuerzas Armadas o las asume como alternativa bajo el contexto actual fomenta el engaño original. La verdad a medias desde la cual este país se hizo dependiente de un error al necesitar militares en las calles.
El engaño no se encuentra sólo en la tergiversación de la realidad a voz de los poderes y sus ecos, como en la insistencia por anular los efectos de sus acciones e incapacidad de asumir la menor relación de consecuencias.
La normalización de nuestras violencias, de los militares en funciones civiles, de la altanería transformada en argumento sólo por venir del Ejecutivo, es síntoma de una falla estructural más profunda: en México normalizamos nuestra disfuncionalidad política por considerarla el punto de equilibrio de la anomalía pública.
Admitimos un Estado dentro del Estado con el crimen organizado, con la economía irregular. Ahora, con un general secretario que quiso adoptar transparentemente el papel de actor político, pero es delicuescente para responder en la posición que le permite dar discursos. Protegido por el presidente, le queda la fascinación por su propia y rupestre capacidad burlona.
Convencidos de la seguridad en nuestros distintos puntos de equilibrio, hemos olvidado que por fuerza estos cuentan un punto de quiebre.
Si todos los aspectos relacionados con las Fuerzas Armadas están ligados a sus peores características, antes que una alternativa le damos casa a sus afrentas democráticas. ¿Qué país dibujamos hacia el futuro cuando su institución de mayor peso no responde a los controles elementales?
Maruan Soto Antaki
@_Maruan