Ayer escuchaba en una conferencia sobre el desinterés público en preservar el patrimonio histórico y cultural, y lo insuficiente de los esfuerzos de investigadores para mantener el valor de la memoria de la humanidad.
Después de un intercambio de pensamientos, la ponente, Dra. Amaranta Castillo, y el público reconocíamos una necesidad de auto-transformación conceptual; la incertidumbre llegaba frente al flujo de un tiempo escribiendo nuevos signos en la arena.
Contra lo pretendido, el pasado no alcanzaría nunca al presente, porque corren en paralelo, y no son líneas rectas sino trazos de electrocardiograma que en algunos momentos del recorrido, se tocan.
El ser humano de hoy persigue el futuro como quien intenta atrapar una liebre. La significación del objeto ya no es un ritual, sino un satisfactor de consumo. La memoria no es patente y física, se guarda en una USB, lo digital no requiere de objetos de representación.
Diría que tuvimos una charla evolutiva, de esas que abordan la reflexión sobre el movimiento de las ideas y los actos, y las energías que subyacen. Pareciera un tema lejano al trabajo, o a problemas domésticos del ciudadano común, pero, no lo dude, los cambios del mundo desembocan siempre ahí, en la propia historia personal.
En el día a día, las sombras del desaliento y la fragilidad, puestas a escala, desde las planetarias: la guerra, la migración y la pandemia, hasta las que suceden en el entorno inmediato: la casa quemada, el perro envenenado, la chica desaparecida, la bolita en el seno, la soledad en desamor, desvían la mirada del corazón.
No vemos cómo el campesino cultiva la tierra, y el viento esparce sus semillas diamantinas en la vida; o cómo en la noche oscura de un campo abierto, la abuela cuenta a los niños, señalando al cielo: -aquella estela blanca, nube de estrellas, es la polvareda del caballo blanco del Santo Santiago, que constela el camino de maravillas.
Las flores y la hierba, las olas y las aves, las caricias y las sonrisas, levantan el volumen de los colores, los aromas y los trinos, para llamar la atención de los vivos.
Sobre el ruido del tren del progreso, cantan en voz alta –parafraseando al poeta: ¡Hey! “todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / pasar haciendo caminos / caminos sobre la mar”. _