de vez en vez me detengo a pensar en mí. ¿Usted piensa algo sobre sí mismo? Es en esos momentos donde surge la pregunta: ¿Habré jugado bien mis cartas en la vida?
No me refiero a una reflexión ante un inminente peligro de muerte, o momento de crisis, sino a esos cada tres, cinco o 20 años en que, inexplicablemente, más que por un recuento del pasado, es por un futuro que invita a recorrerlo, y para el cual no se tiene la respuesta de qué ofrecerle.
“Estamos aquí, no habremos jugado tan mal”, respondemos mi mente y yo, al unísono. Ella retoma la voz para decirme: “pero tendrás que seguir construyendo Vida. Ni el tiempo, que consideramos infinito, está ya sembrado en los relojes”.
Cada nuevo día reparte sus nuevas posibilidades, y uno elige –aunque parezca que de nada se tenga control en este mundo- el juego que quiere jugar; es decir, las combinaciones a las que se valorarán como ganadoras. Algunas personas cambiarán a un tablero, con o sin reyes por quienes luchar sus guerras.
Es común –pero no se debe esperar tanto- a los 50 o 60 años hacerse esa pregunta, en cualquier contexto: de éxito, de amor, o de soledad o carencia, o de vacío de planes: ¿habré jugado bien mis cartas?
El juego del vivir no termina en una sola mano, ni es una secuencia de partidas por jugar. Cada uno de nosotros somos naipes en la vida de otro, en un juego mayor que el individual.
El futuro siempre tiene la puerta abierta, no se tenga temor de avanzar; recibe con los brazos abiertos, lanza una moneda al aire convocando al azar, y aunque a veces las cosas salgan mal, la apuesta es siempre a ganar. Está a la expectativa, de ti y de mí, no puede adivinar lo que será sembrado en su fértil terreno de oportunidades.
Hazte una prueba, responde cuántas veces al día: (1) cierras los ojos y respiras profundo sintiendo la caricia de la brisa en tu rostro; (2) detienes tu paso, cautivado por un aroma, (3) sonríes a solas, por un recuerdo tierno que te hace cosquillas en el cerebro.
Si tu respuesta es una o más veces: estás jugando bien. Si tu respuesta es: ninguna, toma nuevas opciones – el mazo está libre, o cambia de reglas, o cambia de juego. ¿No sabes qué ofrecerle al futuro? Traza una ruta que te lleve a sonreír. _