Si un rasgo caracterizó el Foro Regional del Frente Amplio por México realizado la noche del martes en León con toda seguridad este es la unidad.
Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes se desenvolvieron sin dejar duda alguna de que, sea quien sea de ellas quien encabece la alianza opositora, requerirá de todos los recursos y apoyo de los partidos políticos que lo conforman, sus corrientes internas pero, sobre todo, sus simpatizantes.
Más allá de la presencia de liderazgos nacionales y regionales de la amalgama de fuerzas que sustentan al Frente Amplio, el discurso, la actitud, la camaradería entre ambas mujeres muestra que el verdadero adversario es externo: está en la trinchera de la Cuarta Transformación.
Será que en el ánimo aún influía la reciente decisión de Santiago Creel de cerrar filas ante la hidalguense, o el incontrovertible hecho de que quien desafíe a Morena en la boleta electoral en pos de la primera magistratura enfrentará no solo a toda la maquinaria del partido en el poder, sino también el avasallador respaldo del que goza todavía –y a pesar de todo- Andrés Manuel López Obrador. Lo cierto es que en León vimos a un Frente Amplio echado para adelante.
Con planteamientos políticos muy similares, Xóchitl y Beatriz no escatimaron en resaltar la diferencia de sus proyectos con el del gobierno en turno. Y había material de sobra para el contraste, como poner el dedo en la llaga con la decepcionante gestión de la pandemia por parte de la 4T, o la lacerante pobreza e inaccesibilidad a los servicios de salud que padecen cotidianamente millones de mexicanos.
Me quedo con la impresión de que tienen en claro que cada hora, cada minuto previo a la cita en las urnas vale oro si de verdad se plantean una candidatura que no sea meramente testimonial. Queda para el registro el llamado de Gálvez, no solo a tener esperanza en la victoria, sino a marchar con la unidad que las circunstancias exigen.