La respuesta de las beneficiarias a la convocatoria para la entrega del medio electrónico para recibir los apoyos del programa social insignia del gobierno del estado, la Tarjeta rosa, desbordó, por mucho, la capacidad de los organizadores.
En las sedes de atención de diversos municipios se dieron cita cientos, y en algunos casos, miles de mujeres con la esperanza de recibir su tarjeta, aunque no tuvieran cita todavía.
No menguó el ímpetu por hacerse de su tarjeta en los primeros días el hecho de que en una primera fase está dirigida a mujeres madres de familia de 25 a 45 años, o la cantidad simbólica del apoyo: tan solo mil pesos bimestrales.
El objetivo de muchas de ellas era ser de las primeras y no quedarse sin el apoyo social.
¿Por qué tanta urgencia por acudir a los módulos? La respuesta se encuentra en la desafortunada experiencia del antecedente inmediato de la Tarjeta rosa: la entonces denominada Mujeres grandeza.
Sí: ese apoyo social que fue copiosamente cuestionado por la oposición, que señalaba presuntos tintes electoreros detrás de su creación, y cuya validez llegó incluso a ser materia de definición en los tribunales correspondientes.
El caso es que, es cierto que Mujeres grandeza contaba con un presupuesto limitado, producto de eficiencias presupuestales y economías en gastos, lo que explica que muchas mujeres se quedaron sin el apoyo; también es cierto que ahora es totalmente diferente.
La Tarjeta rosa es un programa social establecido de la Secretaría del Nuevo Comienzo, con presupuesto etiquetado para su operación.
En otras palabras, aunque está sujeto a suficiencia presupuestal, en el caso de este subsidio, todas aquellas beneficiarias que recibieron confirmación, lo recibirán, sin necesidad de aglomeraciones o tumultos.
