La noticia me cayó como un rayo fulminante, enmudecí de pronto. Me sentí como Sabines cuando escribió su poema: Recado a Rosario Castellanos.
¿Qué te pasó Gilberto, amigo querido? Teníamos pendientes una de tus clases, esas de literatura, que eran magistrales y las impartías en nuestro Club de lectura en donde tú eras el maestro, también quedó en espera una comida.
Se quedaron pendientes las clases sobre Gracián, Quevedo, Góngora, Octavio Paz, Garcilaso, Borges, Unamuno, Miguel Hernández, Ortega y Gasset y todos los libros que escribiste de esos autores, y los tuyos, los de poesía, ensayo y crónica.
También faltó hablar de tus amigos Vicente Quirarte, Felipe Garrido y de Adolfo Castañón, de tus hijas, especialmente Verónica que te ayudaba en todo lo digital; y como tu decías “soy tecno – torpe”.
La niña, tu hija, te ayudaba en toda esa tecnología, gracias a ella durante la pandemia tuvimos clases contigo por zoom.
Seguíamos en contacto por Whatsapp, el grupo de literatura te seguía y tirabas los dados cada día, era una apuesta a la vida y revisábamos a nuestros autores preferidos.
El Club estaba compuesto por escritores y amantes de la literatura: Yolanda Natera, Magda Madero, Rosa Reyes Retana, Javier Ramos Salas, Gustavo Mendoza Orta, Lety Leal, Beatriz Muñoz, Gaby Nava, Nadia Contreras, Tere Muñoz, Domingo Deras y otros que se fueron sumando.
En este duelo revisé los libros que tenía de ti, casi todos los tengo, excepto el de los palíndromos.
Te agradezco el que me dedicaste: “Así Mari dirá misa”, lo escribiste en una de nuestras conversaciones del grupo de literatura en Whatsapp.
El último libro que presentaste en Torreón fue:
“El gallo de esculapio” en la Casa Mudéjar lo presentó Javier Ramos Salas, Rodolfo Esparza y el Dr. Gustavo Mendoza Orta. Previó a la presentación tuvimos un desayuno con los presentadores en mi casa: palabras, ideas, dolor y también catarsis, eso fue tu libro y también el de Lety siempre presente.
Me encuentro “El canto de la ceniza”, un libro de poemas. (Gilberto Prado Galán, El canto de la ceniza, Ilustración de cubierta Luis Eduardo Aute, Calima Ediciones, Palma de Mallorca, España, 2004) y escojo tres poemas que retratan estos momentos de tu vida y de la de Lety.
Palinodia de la muerte.
No me busques/ cuando huyas del cuerpo/ Sal de mí, abandóname,/ puebla huesos más firmes, /desespera/ voluntades más fuertes, no me place/ llevarte a todas horas en mi cuerpo/y arroparte en la noche.
Negra muerte de polvo y de ceniza/ sal de mi cuerpo ya/sal de mí, sal de mí, sal de mis días, / sal de mis días amargos.
Docta Ignorancia
Enfermo de vivir – no de otra cosa-,/ paciente de mil camas, quejumbroso/de no saber probar ya la comida,/ ni valorar el agua que le ofrecen/ cada vez que deplora la tiniebla,/ es el hombre mortal, ajeno, sordo/a la grave noticia de sus males:/ no le gusta saber que ya se muere,/ que se le acaba el aire en los fervores/y le están enterrando desde el día/ que perfiló su rostro bajo el sexo. / No le gusta saber, no le preocupa/ contar esos latidos miserables/que le alegran la caja de huesos.
Ultima suerte
Hemos intercambiado nuestros nombres/nuestro aliento, los ojos, las miradas,/ los cuerpos y los años, la costumbre/ de dormir sin cubrirnos/ Hemos intercambiado/ el secreto camino de los pasos. Alegrías/
De manos enlazadas. Movimiento/ de lenguas y de labios./ amor, amor: hemos intercambiado/ lo que somos y fuimos.
Y no queda/nada que intercambiar sino la muerte.
Tu Torreón de Babel, así la nombraste en el ensayo para el libro: Torreón Ciudad Centenaria de Notivox donde haces un recuento de la literatura y sus autores en nuestra ciudad.
Tu Arcadia norteña, con esa frase firmabas las dedicatorias de tus libros.
Nunca te pudiste desprender de tu tierra que hoy te rinde homenaje en silencio y en lo alto. Ufff Gilberto, te faltaba tanto que dar.
Tu Torreón de Babel nunca te olvidará.