No obstante las advertencias del experto en el ecosistema, los estudiosos de los recursos naturales y la biodiversidad, en cuanto a las consecuencias del abuso desmedido y la contaminación del planeta Tierra, pocos a nadie atendió las recomendaciones de no infringir las leyes de la Naturaleza.
El corolario es muy sencillo: de todo abuso sobreviene un desastre.
Empezaron desde hace varios años las primeras expresiones de cansancio de los ciclos naturales y sus leyes, pero no hubo respuestas con la energía y convicción reconciliadora. Ahora padecemos fenómenos climáticos irregulares.
En estos días tenemos los más calurosos de todos los tiempos; fenómeno aparejado a otros. Se ha batido la temperatura media diaria en la Tierra, alcanzando los 16,9 grados Celsius y superando los 17 grados.
Estas cifras excepcionales nos alertan sobre el calentamiento global que desencadenamos con nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y sobre la creciente crisis climática que se manifiesta a través de fenómenos meteorológicos, cada vez más extremos y frecuentes.
En un diario español se informa que al cambio climático de fondo se ha unido otro fenómeno desconcertante en las últimas semanas: un calentamiento extremo en el Atlántico norte que tiene perplejos a los especialistas. Las condiciones cálidas en esa región han llevado a los expertos a afirmar que es “territorio desconocido”.
Este fenómeno se suma a las temperaturas récord de la superficie del mar en todo el planeta, que en mayo fueron las más altas registradas para ese mes, seguidas de anomalías aún mayores en junio.
El aumento inusual del calor en el Atlántico norte, con temperaturas por encima del promedio, ha sido atribuido a cambios en la circulación del aire y al impacto del cambio climático debido al aumento de los gases de efecto invernadero.
Todo ello nos indica que estamos viviendo en un clima totalmente diferente al de generaciones pasadas. El cambio climático ya no es algo que ocurrirá en el futuro lejano, sino que está sucediendo ahora mismo, afectando nuestras vidas y economía, desafiando nuestra comprensión de lo que es “normal”.
Es el momento para los gobiernos de actuar con urgencia y responsabilidad, para frenar esta crisis climática antes de que sea demasiado tarde; acciones concretas, urgentes y responsables.
Nos esperan incendios forestales descontrolados, sequías devastadoras y un sufrimiento inimaginable para los seres vivos. Aquí está la evidencia de la estupidez humana que no mide consecuencias.