Política

48 lecciones sobre elecciones

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  • Marco Sifuentes

La séptima ley de Greene suena algo abusiva y literalmente reza así: “Consigue que los demás hagan el trabajo por ti pero asegúrate de obtener el crédito”. En su descargo, el autor de las 48 Leyes del poder argumenta que al trabajar en equipo es difícil que no haya situaciones donde alguno termine trabajando más. Lo cierto es que la naturaleza misma del poder en eso consiste.

No concibo a un Stalin, a un Hitler o al mismísimo Churchill, haciendo todo lo que tenían que hacer para llegar a ocupar su lugar en la historia si no fuera por cientos, miles y millones de incondicionales, soldados y súbditos convertidos en apasionadas o enajenadas masas dispuestas a hacer por las buenas o por las malas lo que sus líderes les ordenaban.

Así funcionó “la dictadura perfecta” del PRI por más de 80 años en nuestro país, cuyo imperio seguirá vigente, al menos por un par de años, en los estados de México, Coahuila e Hidalgo, donde la alternancia es una entidad aún desconocida.

López Obrador es también un maestro de este principio, en sus mañaneras se limita a provocar a sus enemigos y estos a su vez se encargan de difundir sus ideas atacándolas y amplificándolas, estableciendo así una dialéctica como la de Caperucita Roja, que disfrutaba enfrentarse a las evidentes mentiras del Lobo Feroz, mientras le seguía perversamente el juego con preguntas de aparente ingenuidad sobre el tamaño de sus ojos, oídos y dientes.

También aplica aquel viejo y conocido refrán de “Nadie sabe para quien trabaja”. Peña Nieto, se dice, le hizo la chamba a su sucesor, iniciando una investigación por lavado de dinero en contra del modosito candidato panista Ricardo Anaya, dejándole libre el camino a Ya Sabes Quién, lo cual tiene todo el sentido, sin olvidar que quien verdaderamente le hizo el trabajo fue el otrora Chico Maravilla, quien, a mi juicio, es el verdadero responsable de la llegada de la 4T, al haber impuesto su candidatura de manera tramposa y autoritaria, para posteriormente encabezar una pésima campaña política, carente de ideas, de encanto, de rumbo, de espíritu y de un verdadero candidato.

Nadie, por supuesto, le dará el crédito ni a Peña ni al Cerillo, como le dicen al tristemente célebre “Ricky Riquín Canallín”, por ser los autores materiales del ascenso al poder de MORENA y su máximo líder, solo a este le harán honores los laureles de la victoria y las páginas de la historia, lo cual nos habla de la manera magistral en que la séptima ley de Greene se lleva a cabo.

También en las campañas a gobernador y a alcalde se cuecen habas. Si no  lo creen, pregúntenle a Gustavo Madero, quien por cierto ya había criado a su propio cuervo en la figura del multicitado Ricardo Anaya, para luego dejarse arrancar los ojos por él. Lo mismo le pasó con el todavía gobernador de Chihuahua, a quien le cedió la silla que más tarde le habría de heredar, si no fuera por su repulsión a las mujeres, personificadas en su archienemiga y compañera de partido, Maru Campos, a quien persiguió judicialmente sin éxito buscando evitar que se convirtiera en lo que ahora es: su sucesora.

También el ex presidente Barack Obama tuvo impresionantes ascensos en su carrera presidencial, primero como senador estatal y luego federal, por factores exógenos que nada tuvieron que ver con su talento pero sí con su astucia.


Marco Sifuentes

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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