Al salir en defensa a ultranza de Raúl Bermúdez Arreola, tras los sainetes públicos que enfrenta ya de manera constante en su encargo como delegado en Quintana Roo, Rogelio Jiménez Pons, director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) deja entrever que existen complicidades entre ambos, porque a pesar del reprobable comportamiento del “servidor” federal, aquel sigue incólume.
Bermúdez Arreola ha ocasionado innumerables conflictos a ciudadanos, empresarios, hoteleros y hasta funcionarios del gobierno de Quintana Roo y el de Benito Juárez (Cancún) por sus ya conocidos viscerales arrebatos, en los que insulta y agrede a quien le toca en turno.
Siempre será descalificado quien violente o agreda verbal o físicamente a cualquier ciudadano, sin embargo, lo relevante de la censura al delegado de Fonatur en la entidad quintanarroense es que en su comportamiento cotidiano ocasiona altercados censurables en los que de manera invariable, amenaza sin medida en nombre de la figura del presidente López Obrador.
Fiel a su esquema rijoso, el pasado lunes Raúl Bermúdez Arreola amenazó e insultó por enésima ocasión a un ciudadano, porque éste, en aras de prevenir y aplicar las normas sanitarias por la pandemia del Covid-19, le negó la entrada al gimnasio de uno de los fraccionamientos más exclusivos de Cancún, donde reside el tabasqueño.
Para infortunio del protegido de la Cuarta Transformación -según su propio dicho- fue grabado por enésima ocasión, con lo que fue exhibido y replicado en las “benditas redes sociales” donde se da cuenta de la forma soez y prepotente en la que se dirige al administrador del inmenso fraccionamiento ubicado en la laguna Nichupté, del paradisíaco Cancún.
Pero lo censurable de todo lo narrado, no obstante la violencia mostrada de forma cotidiana por el multicitado personaje, es la disculpa pública que a ese respecto hizo el director general de Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, de que su protegido Bermúdez Arreola, vivió un “problema doméstico” entre condóminos y aseguró que por el bochornoso incidente “ya ofreció disculpas”.
Y agregó más: “ya se está disculpando con los del gimnasio y demás vecinos. Es un problema doméstico, donde sin duda se equivocó y actuó prepotentemente”, justificó Jiménez Pons.
Surgen las dudas hacia la actitud tibia y sin consecuencias del dirigente de Fonatur en defensa de Bermúdez Arreola, quien con su natural arrogancia hace de las suyas y siempre en contra de los principios fundamentales que esgrime López Obrador, de que nadie de su equipo de trabajo puede cobijarse bajo la premisa de la prepotencia.
Empero, Jiménez Pons volvió a dejar constancia de que Raúl Bermúdez sirve a sus muy personales intereses, porque para aplicar la ley a los que el Jefe del Ejecutivo federal aborrece, existen argumentos de sobra.
Y al mantener a Bermúdez Arreola en la delegación de Fonatur deja en claro que a pesar de que violenta la ley de manera consuetudinaria así como la integridad de quien osa enfrentarlo, seguirá protegido porque responde a los intereses personales y quizá económicos de Jiménez Pons, quien ha cumplido a pie juntillas todas las indicaciones de su jefe para construir el polémico Tren Maya.